Nosotros hemos sabido de varios amigos que desean tener mayor claridad sobre
este tema tan importante y solemne, como lo es el Tribunal de Cristo; Muchos
sin duda se habrán ejercitado en este tema. Para ellos nuestros escritos:
"Yo estoy turbado por el pensamiento, que en el Tribunal de Cristo todos
los secretos, todos los motivos de nuestro corazón serán revelados delante de todos".
En otro escrito continua: "En presencia de las verdades benditas y
eternamente importantes" de Juan 5:24; 1ª Juan 1:7-9; 2:12; Hebreos 10:1-17. Yo deseo saber la
manera en que vosotros comprendéis esto que declaramos en los pasajes
siguientes: "...por que todos hemos de ser manifestados ante el Tribunal
de Cristo; para que cada uno reciba otra vez las cosas hechas en el cuerpo,
según lo que haya hecho, sea bueno o malo". (2ª Corintios 5:10 V.M.); "De
manera que cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios" (Romanos
14:12 V.M.); "Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que
hiciere, porque no hay acepción de personas" (Colosenses 3:24-25). Esto
está sobre la interpretación y la aplicación de estos textos, en los que deseo
os fijéis y demando de vosotros la opinión sobre este tema.
Los pasajes en nuestras
correspondientes citas son en sí simples, precisos y definidos sobre la
pregunta. Tal es que nosotros no lo hemos tomado realmente como es y por ello
permitir el peso de toda su importancia sobre nuestro corazón y nuestra
conciencia.
"Es preciso que todos seamos manifestados ante el Tribunal de
Cristo." —Cada uno de nosotros dará cuenta por sí mismo a Dios. —
"...el que obra injustamente recibirá lo que habrá hecho injustamente."
Tales son las verdades
que Él ha establecido claramente. ¿Tendría algún deseo en disminuir la fuerza,
en debilitar los ángulos y de cambiar el fin? ¡Dios les preserve de eso! Busca
más bien hacer presión sobre nuestra naturaleza, con sus vanidades, con sus
incontinencias y todo su carácter. Dios entiende que nosotros servimos de este
modo, que no estamos en un espíritu legalista, para no debilitar nuestra
confianza en Cristo y en su salvación. Nosotros no seremos jamás juzgados por
nuestros pecados: esto es un derecho adquirido; Juan 5:24; Romanos 8:1; 1ª Juan
4:17 estos versículos son concluyentes sobre este punto. Más luego: nuestro
servicio debe pasar bajo la mirada del Maestro. El trabajo de todo hombre, del
tipo que sea, debe ser aprobado. El día manifestará todas las cosas. Eso es muy
solemne y debe producir en nosotros una gran vigilancia; Él produce en nosotros
las obras, de nuestros pensamientos, de nuestras palabras, de nuestros motivos
y de nuestros deseos. El sentimiento profundo de la gracia y la clara
concepción de nuestra justificación como pecadores no debe jamás debilitar la
solemnidad del Tribunal de Cristo, ni de nuestro deseo de caminar de una manera
aceptable para Él. Él es garantía de lo estable. El apóstol trabaja a fin de
ser aceptable; él tiene su cuerpo en el temor de ser desaprobado. Todo creyente
debería hacer lo mismo. Nosotros somos desde ahora aceptados en Cristo y así
como tal trabajamos para ser aceptables a Él. Debemos procurar dar a cada
verdad su propio lugar y el medio de realizar esto es estando permanentemente
en la presencia de Dios y de considerar una comunión inmediata con Cristo.
Siempre esta el peligro de desplazar una verdad para reemplazarla por alguna
otra. Creemos que él hará una plena manifestación de cada uno y de todas las
cosas delante del Tribunal de Cristo. Todo será puesto en luz. Aquello que
parecía y parece brillante y admirable, aquello que es aclamado en este mundo,
en medio de los hombres, Será consumido como la madera, como el heno y la
hojarasca. Las cosas que se hacen para rodear al hombre de una aureola (Piedad)
humana, serán probadas por el fuego y reducidas a cenizas. Los consejos de
todos los corazones serán manifestados. Todo motivo, todo propósito, todos los
deseos serán pesados en la balanza del santuario. La luz probará toda obra del
hombre; nada subsistirá sino aquello que será el fruto de la divina gracia en
nuestros corazones. Todos los motivos impuros serán juzgados, condenados y
consumidos. Todo prejuicio, todo juicio erróneo, toda suposición de mal en la
casa de los otros, todo aquello será descubierto y echado al fuego; nosotros
veremos entonces las cosas como Cristo las ve, las juzgaremos como El las
juzga. No habrá una persona más dichosa que yo mismo, de ver todo mis rastrojos
consumidos. Desde ahora, creciendo en la luz espiritual, estaremos
reconciliados al Señor, a su suficiente semejanza, condenaremos aquellas cosas
que hubiéramos considerados como justas. ¡Cuánto más será a su luz brillante en
el Tribunal de Cristo! ¿Ahora cuál debe ser el efecto practico de todo esto
sobre el creyente?, ¿Nos hará dudar de su salvación?, ¿Nos pondrá en la
incertidumbre si somos aceptados o no?, ¿Hará que se pregunten de su relación
con Cristo?, Seguramente no. Entonces ¿que? Al conducirnos a caminar día tras
día, en una santa vigilancia, bajo los ojos de nuestro Señor y Maestro, para
que Él produzca en nosotros la sobriedad, el juicio propio, la diligencia, la
integridad en todo, en nuestro servicio y nuestros caminos:
Tenemos un simple ejemplo:
Un padre deja su casa
por un cierto tiempo; antes de marcharse da a sus hijos instrucciones sobre el
trabajo que habrán de efectuar y sobre la conducta que deberán observar,
durante su ausencia. ¿Renegará el padre a estos últimos?, ¿Romperá su relación
con ellos? ¡De ninguna manera! Ellos son hijos suyos tan bien como los primeros
a pesar de haber tenido que censurarlos fielmente (por su propio bien). Si se
mordieron y devoraron unos a otros en vez de hacer la voluntad de su padre; si
uno juzgó el trabajo del otro, en vez de ocuparse del suyo; si hubo entre ellos
envidia y celos, en vez de un deseo sincero de obediencia a las intenciones
(recomendaciones) del padre; todo eso merece la reprobación del Padre (éste no
puede aprobar los actos mencionados). No puede ser de otra manera. Puede ser
que alguien ya sea inconverso o un cristiano de convicción distinta, se
estremezca de horror a la idea que los secretos de su corazón sean revelados
ante todos delante de ese tribunal. Ciertamente, el Espíritu Santo declara que
el Señor "sacará a la luz todas las cosas escondidas de las tinieblas y
manifestará los secretos de los corazones" y entonces "cada uno
recibirá la alabanza de parte de Dios" (1ª Corintios 4:5). No está dicho a
quién seremos manifestados. El juicio de un condiscípulo ¿nos impresionaría más
que el del Maestro? Con tal que yo sea agradable a Cristo, no tengo porque
inquietarme de lo que dirán los hombres. Si me siento mas turbado a la idea que
todos mis motivos serán expuestos a la vista de los hombres que a la vista de
Cristo, ello prueba que estoy más ocupado en mí y que no soy recto. Cuanto
antes nos juzguemos, mejor será. Después de todo, ¿qué diferencia habrá si
todos nuestros pecados, todas nuestras faltas, sean manifestadas ante todos?
¿Es que Pedro y David pueden sentirse un poco menos felices porque millones de
almas han leído el relato de sus vergonzosas caídas? ¡Por cierto que no! Ellos
saben que el registro de sus pecados no hace sino magnificar la gracia de Dios,
e ilustrar el valor de la sangre de Cristo y ellos se regocijan. Es así en
todos los casos. Si estuviéramos más despreocupados de nosotros mismos y
ocupados de Cristo, tendríamos pensamientos más simples y más correctos sobre
el tribunal de Cristo, así como sobre toda otra cuestión similar. ¡Que el Señor
nos guarde en la fidelidad durante su ausencia, afín que en su aparición no
tengamos vergüenza delante de Él! Que nuestras obras sean siempre comenzadas,
continuadas y terminadas en Él, afín que nuestros corazones no sean turbados
por la estimación de dichas obras en la presencia de su gloria. ¡Que seamos
constreñidos por el amor de Cristo, no por el pensamiento del tribunal, sino
por el de vivir por aquel que murió por nosotros y que ha resucitado! Podemos
poner todas las cosas entre sus manos, con seguridad y con gozo, sabiendo que
Él llevó nuestros pecados en su cuerpo, sobre el madero. No tenemos ninguna
razón de temer, pues sabemos que cuando Él aparezca, le seremos semejantes.
¡Cambiados a su imagen, seremos elevados en la gloria, y consideraremos el
pasado y nuestro pasaje por la tierra desde esta posición tan elevada y feliz!
Veremos las cosas bajo una luz diferente. Es probable que nos extrañemos de ver
que las cosas a las que dábamos gran importancia, eran en realidad defectuosa;
Por otra parte veremos que muchas acciones sin importancia, hechas con abnegación
y amor al Señor Jesús, serán cuidadosamente registradas y abundantemente
recompensadas. Ahí seremos capaces de ver solamente la luz plena del Maestro,
por lo cual, muchos de los errores y las faltas, de nuestra adecuada visión del
campo. ¿Cuál será el efecto de todo esto? Precisamente de traer a nuestros
corazones una carga de alabanzas a Él, a pesar de las grandes penas, los peligros,
a pesar de nuestras faltas y de nuestras acciones, nos ha asignado un lugar en
su reino eternal para brillar en su gloria, a su imagen por siempre.
Traducido D.V.P. 27 de
Julio, 2002.
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