viernes, 2 de noviembre de 2012

Corrupción del Cristianismo y sus Resultados finales


2ª Tesalonicense 2:1-12; Apocalipsis 17, 18.
                       

            Debemos considerar "la predicha corrupción del Cristianismo y sus resultados finales"; la historia, carácter y destino de "Ministerio, Babilonia la grande, la madre de todas las fornicaciones y abominaciones de la tierra". Debemos apartar nuestra vista de una escena de pureza, santidad y gloria, a otra de impureza, embriaguez y vergüenza. Tenemos que apartar nuestra vista de la contemplación de la celestial y verdadera Iglesia, (el cuerpo viviente que está unido a su Cabeza, resucitada y glorificada, y que aun ahora está llamado a una conversación y conducta celestiales, a la participación de su gloria y de su trono después) y lejos de todo esto, dirigirla al repugnante espectáculo de una desvergonzada mujer, que embriagada, se sienta sobre una bestia salvaje y ministrando a expensas de la religión, a las más viles pasiones de los reyes y gobernantes en los pueblos en la tierra.
            Es bueno observar de cuánta importancia es evitar la confusión de pensamientos en nuestros esfuerzos a interpretar las maravillosas y variadas imágenes que se nos presentan en las escrituras proféticas. Ha sido muy generalizado entre los expositores explicar todos los símbolos proféticos del mal, como significando el Papado. Cuán a menudo oímos decir: "Esta bestia significa el Papado: la mujer sentada sobre ella significa el Papado: el cuerno pequeño que creció en su cabeza significa el Papado: y aun la misma bestia con dos cuernos del cap. 13 para algunos significa el Papado". Ahora bien, de seguro que vemos aquí la más extraña confusión. Todos estos variados y diferentes símbolos, y aun en muchos casos en contraste, no pueden ser interpretados correctamente como significando uno y el mismo sistema. ¡Ciertamente la mujer denota algo más que la misma bestia que la lleva! ¡De seguro que la mujer sentada sobre la bestia significa algo más que lo que se quiere dar a entender con el cuerno sobre la cabeza de la bestia! Y ¡de seguro que la bestia, la mujer que la monta, los cuernos sobre la cabeza de la bestia, y la otra bestia de dos cuernos, no pueden significar una y la misma cosa!
            La porción que hemos leído en 2 Tesalonicenses predice en términos muy claros que habría una "caída" o apostasía en la Iglesia. El misterio de la iniquidad ya estaba "obrando" en el tiempo del apóstol; debiendo dar por resultado la manifestación del "hombre de pecado", "aquel inicuo"; el cual solamente será destruido por la manifestación gloriosa del Señor en llama de fuego. Tales, en suma, son las predicciones de las Escrituras respecto a la corrupción del cristianismo y sus finales resultados.
            Así pues, por el símbolo de Babilonia la Grande vemos, que "el ministerio de iniquidad", ha llegado a plena madurez, "misterio", es la inscripción que hallamos puesta sobre la frente de la mística mujer del capitulo 17 del libro del Apocalipsis. Creemos que es el mismo misterio de iniquidad que trata Pablo en 2 Tesalonicenses.
            Se debe observar atentamente a la visión que se nos presenta aquí. Especialmente al leer del versículo 1 al 6. Allí se ve una mujer vestida de púrpura y de escarlata, y dorada con oro, adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano, lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación. Esta mujer está sentada sobre una bestia, la bestia tiene siete cabezas y diez cuernos. Los diez cuernos, por fin, ocasionan la destrucción de la mujer; "estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego". Después estos mismos cuernos como también la bestia salvaje, cuyo poder tuvieron, son vencidos en final combate por el Rey de reyes, y Señor de señores. Es bueno considerar lo siguiente, no se debe tener temor y por tanto dejar estos misterios de lado. Estos son misterios revelados y nos pertenecen; por cuanto son revelados. Dios no nos hubiera dado, si juzgara que es mejor que su pueblo los hiciera a un lado. De este mismo libro, lleno como está de místicas escenas como la presente, está escrito "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca". Entonces valoremos bien la revelación que se presenta a nuestra vista.
            La mujer está sentada sobre una bestia, como también sobre muchas aguas. Bien, esta bestia representa ciertamente al Imperio Romano; el Imperio Romano a través de toda su duración: ya se considere como pagano, papal o en su futuro estado anticristiano. Significa lo mismo por las muchas aguas, "pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas". Significa Roma secular, Roma civil y política. Sea cual fuere la religión que profese Roma, todavía será el imperio secular o temporal de Roma lo que se denota con "la bestia". Ya sea considerado el imperio en su pasada y completa condición, o como actualmente, dividido, siempre está representado en este símbolo de la bestia con siete cabezas. Pero, si con la bestia se denota el poder secular y político, ¿qué explicación daremos de la mujer sentada sobre ella? ¿Qué gran sistema hay que está sentado sobre, y soportado por, el poder secular de Europa? ¿No es claramente el eclesiástico, o poder de la Iglesia? ¿No está la Iglesia en " alianza con, y mantenida por el estado? Es necesario repetir: creemos que este símbolo denota el corrupto y apóstata Cristianismo nacional. Uno de los siete ángeles vistos anteriormente, llama al apóstol para venir y ver "el juicio de la gran ramera". Después (ver Apocalipsis 21:1-9) otro de aquellos ángeles le llama para venir y contemplar "la desposada, la esposa del Cordero". Entonces, vemos aquí lo que es verdadero y lo que es falso, lo que es casto y lo que es corrupto. Vemos aquí lo que es genuino y real, y lo que es espurio y ficticio; la que está desposada con el Cordero, y la que está unida con y sentada sobre la bestia.
            Observamos que en cada uno de estos casos tenemos un doble símbolo: una mujer y una ciudad. Cada mujer está representada también como una ciudad: cada ciudad está simbolizada también como una mujer. En un caso se dice: "Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén." (Apocalipsis 21:9,10). También leemos: "La mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra" (17:18). Así que la Jerusalén celestial es vista como la esposa, mujer del Cordero; y aquella gran ciudad, Babilonia mística, se ve como "La gran ramera... con la cual han fornicado los reyes de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación". (17:1,2)
            ¿No podemos, entonces, presumir, que por esta mística Babilonia se significa, en principio, la corrupción del Cristianismo? ¿No podemos considerar que aquel que es fiel a Cristo, está perteneciendo en principio a un símbolo (a una ciudad) y aquel que es nominalmente de Cristo, en realidad es falso a Él, como perteneciendo en principio al otro símbolo (la otra ciudad)? ¿No podemos decir, que mientras cada verdadero cristiano es un miembro del cuerpo de Cristo, todo aquel que es espurio es miembro del corrupto sistema que pretende serlo? ¿Qué mientras cada persona verdaderamente vivificada es una piedra viva de la ciudad celestial, todo aquél que meramente tiene "nombre que vive" puede considerarse como una piedra de esta mística Babilonia?
            Pero, además de esto ¿No hay una organización definida, prominente entre la Cristiandad, a la cual, de un modo especial, podamos en justicia aplicar este símbolo de la grande y mística ramera? No dudamos que la hay. De verdad, en el mismo capitulo 17 tenemos señalada a la mujer, tanto una localidad general, como especial. En el versículo 3 se dice que está sentada "sobre muchas aguas" y en el versículo 15 explica el ángel que esta agua significan "pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas" y en el versículo 9 leemos que "las siete cabezas (de la bestia) son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer". Esto parece fijar distintamente a la misma Roma - aquella notable ciudad de siete colinas - ciudad que, no -solo respecto a su sistema eclesiástico sino también, en edades pasadas, por su poder secular, ha reinado sobre los reyes de la tierra - la misma Roma, decimos, es el centro del poder y asiento especial de esta gran ramera vestida de escarlata. Sí; y aunque en sentido más amplio, "pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas"  son el asiento de Babilonia; no obstante, el centro y localidad especial se hallarán en Roma.
            No tenemos dudas, pues, que mientras todo lo que es Cristiano meramente de profesión y solo de nombre pertenece, hablando en general, aunque en verdadero y solemne sentido, a Babilonia la Grande; sin embargo, aquel enorme sistema de inmunda corrupción eclesiástica, de sucia fornicación espiritual y cuya metrópoli se halla en Roma, es lo que de manera especial se nos muestra aquí, en sus verdaderos y terribles colores. El poder de la mujer es distinto del poder de la bestia, podemos verlo por medio de esta importante consideración; la bestia reina con poder supremo después que la mujer ha sido destruida. (Leer desde el vers. 12 al 14 y también en el cap. 19, vers. 19 y 20). Hay diez cuernos que dan su poder a la bestia y destruyen a la mujer. Finalmente el poder de la bestia prueba ser la destrucción de la mujer. La mujer cabalga en la bestia, hasta que la bestia, cansada de las extorsiones, insolentes pretensiones y actitud arrogante de la ramera, no soportará más su odiosa carga. La mujer es derribada, pisoteada y herida de muerte. Sin embargo, la bestia que en todo su poder.
            Es presentado un "cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación". Con este vino hace que los reyes y naciones de la tierra se embriaguen y enfurezcan. Y ¿qué cosa hay que haya causado esto salvo el Papado, y aquello que participa de su naturaleza y principios? Y ¿qué cosa pudiera manifestarnos más vivamente mucho de lo que vemos en actual y poderosa operación, aún en nuestros mismos días, como el emblema que se nos presenta aquí? Es la lucha entre el poder temporal y el eclesiástico. La lucha entre la mujer y la bestia. La mujer quiere, si fuera posible, no sólo cabalgar; sino llevar las riendas. Es una lucha respecto a las condiciones en que la bestia condescenderá a llevar, a soportar la mujer. ¿Llevará ella las riendas? Este es el punto capital de la seria y animada lucha de estos "postreros días".
            Sin embargo, estos pensamientos nos llevan a un contraste aun mucho más importante. La gran ramera está sentada sobre y soportada por la bestia. Por otra parte, ¿cuál es el sostén, el apoyo, la fuerza, la esperanza, el gozo, de "la esposa, mujer del Cordero"? La vemos en otro lugar (o lo que es de una vida y espíritu con ella) representada como "subiendo del desierto recostada sobre su amado".
            Sí, aquí tenemos la respuesta. La verdadera Iglesia se apoya en Jesús. Ciertamente, Él es invisible ahora; pero, no obstante, la fe descansa en Él. "En el cual creyendo, aunque al presente no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorificado". Aquí está la fuente de energía y consolación de la esposa. Esto explica el misterio de su infatigable pie y su porte ajeno al mundo. Está sostenida por y destinada para el cielo, por cuanto es nacida - del cielo, "nacida de lo alto". Cristo es, o debiera ser, "todo en todos", para ella. En verdad, es una con Cristo, por medio de "las coyunturas y bandas", recibe alimento de Él. Pero esta mujer falsa, por más que se gloríe, no conoce nada de aquella vida que es por fe. No; "la vista" el mundo, su patrocinio y sus dones, es todo lo que ella conoce. Conoce a "la bestia que la lleva", "las muchas aguas" (y nótese de paso, que "las muchas aguas" es precisamente lo que el símbolo de "la bestia" manifiesta) ella bien conoce "las muchas aguas" sobre las cuales está sentada.
            El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas" (Mateo13:31-32). Tal debía ser el progreso del Cristianismo, y de la gran institución que de allí debiera resultar. La semilla del evangelio era muy pequeña al principio: pero la planta que de allí brotó creció muy grande. Mientras el evangelio era muy pequeño, el mundo lo despreció. Cuando creció un tanto más fuerte, en su fuerza natural del cielo, el mundo comenzó a odiarlo y oponérsele; pero como sucede con ciertas plantas, más y más crecía, a medida que el mundo lo hollaba más. Por fin, aun llegó a tener la primacía, tanto en riqueza como en influencia mundanal.
            Entonces sucedió una crisis y un cambio. El mundo ansiaba celebrar convenio con ella. El mundo vino a la Iglesia, no en realidad; sino solamente en pretensión. El mundo será, profesará y adoptará cualquier cosa que al cabo se torne en ganancia temporal. El mundo irá a donde quiera que haya provecho terrenal que obtener. Cuando el árbol eclesiástico hubo crecido grande, y prestaba cómodo abrigo entonces fue que personas mundanas procuraron anidar en él. Entonces, las aves inmundas, arpías, buitres, corvejones, búhos y murciélagos, buscaron con gusto abrigo bajo sus ramas. ¡Cuánto atractivo poseen las ramas de este místico árbol! ¡Qué dulce engaño encuentra el mundano en sus dignidades y dones, en sus derechos, estipendios y diezmos; sus prerrogativas episcopales y jerárquicas, monásticas y señoriales! ¡Verdaderamente este árbol es grande! Aún al mismo Nabucodonosor se le representó como un gran árbol (ver Daniel 4:10-12 y 19-22). Tal era literalmente la antigua Babilonia. ¡Cuán a propósito entonces, esta parábola del gran árbol de mostaza para simbolizar La Mística Babilonia de los tiempos modernos!
            El libro de Judas, se ocupa de hablarnos detenidamente acerca de hombres malos y apóstatas, como del tiempo mismo de la apostasía. Era necesario que con toda diligencia escribiera acerca de esto. Algunos hombres impíos se habían introducidos encubiertamente. "Nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas". Enoc había profetizado de ellos, que el Señor vendría con sus santos millares a ejecutar el justo juicio sobre ellos. Sólo de este modo será el mal vencido y terminado.
            "Diez reyes" se levantarán y se les da poder por "una hora", con el fin de destruir a la mujer. Esto parece significar una revolución de los poderes seculares contra el eclesiástico. La bestia está cansada de la violencia y falsedad de la mujer. La insolencia de la mujer le acarrea por fin su propia destrucción. Los diez reyes formarán liga con la masa "de pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas"; y "aborrecerán a la ramera y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes y la quemarán con fuego". Despojarán el sistema de todas sus riquezas y honores, y de todos sus poderes investidos. Demolerán sus establecimientos, y se apropiarán de sus ganancias. Lo diez reyes unidos a las naciones llevarán a cabo todo esto. Babilonia la Grande por fin hará perder su paciencia. Sí: "Porque sus pecados han llegado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus maldades". La divina palabra es: "Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble". ¡Muy señalada retribución! Así terminará la supremacía de la falsa Iglesia.
Extracto

Tomado de Casa Alquilada, Abril 2005

No hay comentarios:

Publicar un comentario