miércoles, 1 de octubre de 2014

EL SEÑORÍO DEL SEÑOR (PARTE V)

1    — EL NEGOCIO COMO ME­DIO DE VIDA Y PARA HONRAR AL SEÑOR: El hecho de ser cre­yente no invalida la posibilidad de ser negociante. Gracias a la hones­tidad de muchos creyentes fieles, que tienen un negocio como medio de vida —algunos eran negociantes antes de la conversión— se han con­cretado muchos esfuerzos materia­les en bien de la obra en general; además de lo concerniente a lo es­piritual, pues no han retaceado el servicio para el Señor en todas las actividades de la obra; aún más todavía: han sabido colocar su ac­tividad secular en un plano inferior con el fin de no descuidar las reu­niones y que esa actividad no le sustraiga el tiempo precioso para estudiar las Escrituras, tan necesa­rio para un servicio eficaz. Por otra parte han sabido capitalizar esas oportunidades, de transacción co­mercial, para testimoniar su fe en Cristo y muchos han conocido al Señor por intermedio de ellos.
2    — EL NEGOCIO Y LA ASO­CIACION ILICITA: Nos hemos de­tenido en la parte positiva del asun­to que nos preocupa pero, lamentablemente, tiene su parte negativa.
Sabido es que los "negocios son negocios" y que este dicho da a entender cualquier cosa.
La Sabiduría de Dios exhorta en el Salmo 62:10c.: "Si se aumentare la hacienda, no pongáis el corazón en ella". No debemos olvidar que, mayor es la prosperidad material, mayor es la asechanza de nuestro enemigo que siempre está listo para entrar en acción en el momento propicio. ¡Cuántos hermanos nego­ciantes que prosperaron y que fue­ron columnas la Obra del Señor ya no lo son! ¿Por qué? Sabemos que el creyente puede hacer cual­quier transacción lícita con un co­merciante del mundo, con manos limpias y sin que la conciencia le reproche; pero también sabemos que, muchos han caído en la tram­pa de Satanás y han llegado, lamentablemente a formar sociedades comerciales con los impíos que no son solamente los incrédulos o ateos, si­no también los mero profesantes. En las Escrituras encontramos ense­ñanzas solemnes que se desprenden de la vida del rey Josaphat (2 Cró­nicas, Caps. 17 al 20). En el Cap. 20:v37, leemos  “...por cuanto has hecho compañía con Ochozías, Jehová destruirá tus obras. Y los navíos se rompieron, y no pudieron ir a Tharsis". Fue una operación comer­cial pero en sociedad con un im­pío, con el resultado conocido.
Recuerdo la ocasión en que un compañero de trabajo me ofreció hacer una sociedad comercial ven­tajosa —él aportaba la mayor par­te del capital— y cuando le con­testé que no era posible por cuanto, como él sabía, yo era creyente en Cristo, me respondió: "¿Y eso que tiene que ver?". —"Mucho, le con­testé— para usted la mentira está a la orden del día y además la Pa­labra de Dios dice: "no os juntéis en yugo con los infieles"; a lo que respondió: "No creo que eso sea un impedimento. Yo me encargaría de mentir para hacer buenos nego­cios y usted de decir la verdad". Para terminar le respondí: "No me es lícito recibir el dinero que se ha ganado con la mentira ", y el asunto quedó terminado.
3 — CONCLUSION: Difícil será para el creyente negociante, que prospera materialmente, que sus energías espirituales no se vean afectadas y en especial cuando con­cierta asociaciones comerciales con los impíos. Qué sugestivas son las siguientes palabras: "Tenía pues Jo­saphat riquezas y gloria en abun­dancia, y trabó parentesco con Achab…" ¿Al impío das ayuda y amas a los que aborrecen a Jehová? (2ª Crónicas 18:1 y 19:2). No obstante, el creyente puede y debe honrar al Señor aunque realice sus negocios en el mundo, toda vez que manifieste por sus acciones y sus palabras que no pertenece al mun­do. Esto, entendemos, es dar el pri­mer lugar al Señor, honrarle, y no menoscabar Su Señorío.
Sana Doctrina, Octubre – Noviembre –Diciembre, 1975

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