1 — EL NEGOCIO
COMO MEDIO DE VIDA Y PARA HONRAR AL SEÑOR: El hecho de ser creyente no
invalida la posibilidad de ser negociante. Gracias a la honestidad de muchos
creyentes fieles, que tienen un negocio como medio de vida —algunos eran negociantes
antes de la conversión— se han concretado muchos esfuerzos materiales en bien
de la obra en general; además de lo concerniente a lo espiritual, pues no han
retaceado el servicio para el Señor en todas las actividades de la obra; aún
más todavía: han sabido colocar su actividad secular en un plano inferior con
el fin de no descuidar las reuniones y que esa actividad no le sustraiga el
tiempo precioso para estudiar las Escrituras, tan necesario para un servicio
eficaz. Por otra parte han sabido capitalizar esas oportunidades, de
transacción comercial, para testimoniar su fe en Cristo y muchos han conocido
al Señor por intermedio de ellos.
2 — EL NEGOCIO
Y LA ASOCIACION ILICITA: Nos hemos detenido en la parte positiva del asunto
que nos preocupa pero, lamentablemente, tiene su parte negativa.
Sabido
es que los "negocios son negocios" y que este dicho da a entender
cualquier cosa.
La
Sabiduría de Dios exhorta en el Salmo 62:10c.: "Si se aumentare la
hacienda, no pongáis el corazón en ella". No debemos olvidar que, mayor es
la prosperidad material, mayor es la asechanza de nuestro enemigo que siempre
está listo para entrar en acción en el momento propicio. ¡Cuántos hermanos negociantes
que prosperaron y que fueron columnas la Obra del Señor ya no lo son! ¿Por
qué? Sabemos que el creyente puede hacer cualquier transacción lícita con un
comerciante del mundo, con manos limpias y sin que la conciencia le reproche;
pero también sabemos que, muchos han caído en la trampa de Satanás y han
llegado, lamentablemente a formar sociedades comerciales con los impíos que no
son solamente los incrédulos o ateos, sino también los mero profesantes. En
las Escrituras encontramos enseñanzas solemnes que se desprenden de la vida
del rey Josaphat (2 Crónicas, Caps. 17 al 20). En el Cap. 20:v37, leemos “...por cuanto has hecho compañía con
Ochozías, Jehová destruirá tus obras. Y los navíos se rompieron, y no pudieron
ir a Tharsis". Fue una operación comercial pero en sociedad con un impío,
con el resultado conocido.
Recuerdo
la ocasión en que un compañero de trabajo me ofreció hacer una sociedad
comercial ventajosa —él aportaba la mayor parte del capital— y cuando le contesté
que no era posible por cuanto, como él sabía, yo era creyente en Cristo, me
respondió: "¿Y eso que tiene que ver?". —"Mucho, le contesté—
para usted la mentira está a la orden del día y además la Palabra de Dios
dice: "no os juntéis en yugo con los infieles"; a lo que respondió:
"No creo que eso sea un impedimento. Yo me encargaría de mentir para hacer
buenos negocios y usted de decir la verdad". Para terminar le respondí:
"No me es lícito recibir el dinero que se ha ganado con la mentira ",
y el asunto quedó terminado.
3 —
CONCLUSION: Difícil será para el creyente negociante, que prospera materialmente,
que sus energías espirituales no se vean afectadas y en especial cuando concierta
asociaciones comerciales con los impíos. Qué sugestivas son las siguientes palabras:
"Tenía pues Josaphat riquezas y gloria en abundancia, y trabó parentesco
con Achab…" ¿Al impío das ayuda y amas a los que aborrecen a Jehová? (2ª
Crónicas 18:1 y 19:2). No obstante, el creyente puede y debe honrar al Señor
aunque realice sus negocios en el mundo, toda vez que manifieste por sus
acciones y sus palabras que no pertenece al mundo. Esto, entendemos, es dar el
primer lugar al Señor, honrarle, y no menoscabar Su Señorío.
Sana Doctrina, Octubre – Noviembre
–Diciembre, 1975
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