domingo, 3 de enero de 2016

ALGUNAS MUJERES DEL ANTIGUO TESTAMENTO (Parte I)



I.             Eva, la primera

E
va fue la primera mujer, la primera esposa, la primera madre, la primera persona tentada por Satanás y que también pecó, la primera madre de un homicida, la primera costurera y la primera persona en recibir una profecía acerca del Señor Jesucristo.
         Eva fue la única mujer que en un tiempo era pura y sin falta, y que siendo hecha directamente por Dios fue de origen divino. Fue la única mujer que habitó el huerto de Edén. No tuvo niñez ni adolescencia. No contó con partera ni una mujer mayor que le ayudara y aconsejara en la crianza de sus hijos. Y sin duda los hijos fueron muchos, aunque la Biblia nombre pocos. Le fueron dados tres nombres: Varona, Eva y Adán. (No Sra. de Adán, sino que él y ella eran conjuntamente Adán). Nótese quién le dio cada nombre y por qué; aquellos nombres denotan la relación de esta mujer con sus esposo, sus hijos y Dios.
         Es una ilustración de la Iglesia, o sea, de todas las personas en conjunto que han sido o serán salvas por la obra del Calvario antes que Cristo venga. Fue dada a Adán para ser su compañera y gozarse junto con él del paraíso de Dios. Ella procedió de él, habiendo sido tomada de su costado. La vida que tenía procedió directamente del soplo de vida que él había recibido. La Iglesia recibe su vida de Cristo, y será su eterno placer. El Edén terrenal será cumplido en parte en la gloria del milenio, y cumplido plenamente en la Jerusalén eterna. Al él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, Efesios 3.21.
         Satanás utilizó la soberbia y orgullo como cuña que daría lugar a la codicia y luego la desobediencia. Bien se ha dicho que la soberbia es el pecado del espíritu. Fue el primero que entró en el universo, en el mismo Satanás, como nos dice Isaías: ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! ... Tú que decías en tu corazón, Subiré al cielo; en lo alto junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono... y seré semejante al Altísimo.
         Habiendo sido sugestionada por Satanás, Eva vio que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para alcanzar la sabiduría. Ella tomó y comió del fruto. Juan quizás pensaba en esto cuando dijo que todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria (o soberbia) de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
         Al haber comido, Adán y Eva se sintieron avergonzados porque estaban desnudos, e intentaron coserse delantales de hojas de higuera. Pero, como esto no les bastaba, se escondieron entre los árboles del huerto. Así que, cada vez que nos vestimos estamos manifestando que también somos pecadoras.

         Las consecuencias del pecado de Eva, las sentimos a diario en que nos tenemos que vestir; las mujeres dan a luz con dolor; y el deseo o voluntad de la mujer es sujeta a su marido. Aun en la iglesia en el día de hoy vivimos la consecuencia del pecado de Eva, como dice el apóstol: La mujer aprenda en silencio con toda sujeción... porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia, 1 Timoteo 2:15.

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