Introducción
La soledad no es agradable. Toda persona busca la felicidad en su vida y
este deseo le conduce a acercarse a otros. Se buscan las amistades para no
vivir solitario. Dijo Dios a Adán: “No es bueno que el hombre esté solo; le
haré ayuda idónea para él”, Génesis 2.18, y por esto instituyó el yugo
matrimonial para la felicidad y el bienestar del hombre.
En Eclesiastés leemos: 4.9, Mejores son dos que uno;
porque tienen mejor paga de su trabajo. 4.10, Si cayeren, el uno levantará a su
compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo
levante. 4.11, También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas
¿cómo se calentará uno solo? 4.12, Si alguno prevaleciere contra uno, dos le
resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
El versículo 9 demuestra la ventaja del yugo del servicio. Se logra más
trabajando juntos que solos. El versículo 10 revela la bendición del buen
compañerismo. Bajo el yugo de la amistad nos ayudamos mutuamente. El versículo
11 nos hace pensar en el yugo matrimonial que protege de la frialdad
espiritual. El versículo 12 ilustra el yugo de la asamblea, donde en comunión
nos hacemos más fuertes contra los ataques del enemigo.
Si la Biblia
enseña la ventaja de la unión de personas, ¿qué significa el yugo desigual?
Sabemos que Dios busca nuestro bienestar y no nuestro mal. Por consiguiente,
cuando hace una prohibición, sabemos que
es para nuestro bien. Sus mandamientos no son gravosos, 1 Juan 5.3.
Entonces cuando dice, “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos”,
sabemos que es una prohibición para librarnos de problemas, tristezas y lamentos.
Por supuesto, el diablo siempre engaña, enseñando cierta felicidad o ventaja en
el yugo desigual.
Pero todo beneficio aparente es pasajero y trae su tragedia. Aun cuando
Dios saque algún bien de nuestro mal, como en el caso de la conversión del
incrédulo con quien uno se ha unido, siempre habrá la pérdida eterna por haber
hecho el mal. “Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal
de Cristo, para que cada uno reciba según haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo”, 2 Corintios 5.10. La salvación del cónyuge
no libra a la otra parte de la pérdida parcial de su galardón, ni remedia el
mal ejemplo que ha dado a otros.
Es necesario, pues, considerar a fondo el yugo desigual. La figura se toma
del campo donde el yugo es un palo labrado que descansa sobre el pescuezo de
dos animales. Lleva ganchos de madera o de hierro para unir los dos bajo el
yugo. A veces varias yuntas de animales (bueyes, por ejemplo) están unidas,
pero el propósito siempre es de unir varios para compartir el trabajo. Es
beneficioso, porque dos son mejores que uno.
En la ley de Moisés, Dios presentó una ilustración espiritual cuando dijo,
“No ararás con buey y con asno juntamente”, Deuteronomio 22.10. Aquello sería
un yugo desigual. Dos bueyes van parejos. El buey es un animal limpio en cuanto
a su ilustración bíblica, pero el asno, animal inmundo. Los dos se distinguen
en su andar; el buey, con pezuña hendida, deja una huella de un solo casco,
Deuteronomio 14.4 al 8. Era bueno unir dos bueyes en yugo para arar. No era
prohibido unir dos asnos, pero unir asno con buey sí era prohibido. Es figura
de la unión del creyente con el incrédulo, que es desagradable a Dios. ¿Pueden
dos andar juntos si no están de acuerdo? Amós 3.3
Este yugo desigual no se limita al matrimonio. Se incluyen muchas otras
uniones en la vida del creyente, que vamos a considerar a continuación.
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