“Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro
corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán
por frontales entre vuestros ojos”
“Por tanto, pondréis estas mis palabras en
vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y
serán por frontales entre vuestros ojos” (Deuteronomio 11:18).
El
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versículo de
este día está incompleto sin los tres versículos que le siguen, y por eso los
citamos aquí: “Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te
sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te
levantes, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas; para que
sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra
que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los
cielos sobre la tierra”.
Estos textos destacan el
importante lugar que la Palabra de Dios debe tener en las vidas de Su pueblo.
Cuando se cumplen estas condiciones, los creyentes experimentarán los días de
los cielos sobre la tierra.
Primero debemos memorizar
la Palabra, o como dice el texto, ponerla en nuestro corazón y alma. El hombre
que aprende de memoria grandes porciones de las Escrituras enriquece su propia
vida y aumenta su potencial para bendecir a los demás, si es consecuente con lo
que memoriza.
La Palabra debe estar ligada
a nuestras manos y frentes. Esto no significa que debemos usar filacterias,
como algunos suponen, sino más bien que nuestras acciones (manos) y deseos
(ojos) deben estar bajo el Señorío de Cristo.
La Palabra de Dios debe ser
el tema central de conversación en el hogar. Además, cada hogar debe tener un
altar familiar, cuando las Escrituras se leen diariamente y la familia ora
unida; nadie puede medir la influencia santificante de la Biblia en un hogar
así.
Esta misma Palabra debe
ocuparnos cuando vamos por el camino, cuando nos acostamos y al levantarnos. En
otras palabras, las Escrituras deben llegar a ser una parte tan importante de
nuestras vidas que moldeen nuestra conversación dondequiera que estemos y
cualquier cosa que hagamos. Debemos hablar en el lenguaje de la Biblia.
¿Tenemos que escribir estos
versículos en los postes de nuestra casa y en nuestras puertas? ¡Buena idea!
Muchos hogares cristianos tienen escrito en las puertas de entrada Josué 24:15: “Pero yo y mi casa serviremos al
Señor”. Hay muchísimas casas que tienen textos de la Escritura colgando de las
paredes en el interior.
Cuando damos a las Santas
Escrituras el lugar apropiado en nuestra vida, no solamente nos ahorramos horas
desperdiciadas de charla trivial, sino que nos ocupamos con los temas que
realmente importan, los que son de consecuencia eterna, y mantenemos una
atmósfera cristiana en nuestros hogares.
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