IV - Naciones y
lugares
Amalec representa la carne. Fue el primer enemigo que salió contra Israel en el
desierto, y de allí en adelante siempre se presentaba cuando menos era
esperado. “Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”, Éxodo
17.16.
Los amonitas son el pueblo del hijo ilegítimo de
Lot, Génesis 19.38, 1 Samuel 11.1, 11. Su nombre significa “un gran pueblo;
incesto” y tipifica a los mundanos que tientan al pueblo de Dios. “Haz alianza
con nosotros”.
Asiria representa el mundo político, el poder de la maldad o de la conquista
egoísta. Dijo Senaquerib el asirio: “¿Cómo podrá vuestro Dios libraros de mi
mano?” 2 Crónicas 32.14
Babel / Babilonia, “mezcla, confusión”, Génesis
10.10, Daniel 1.1. Es tipo de la tiranía y el poder de la exaltación propia. En
Esdras 4.9 los babilonios son súbditos del “grande y glorioso”. Babilonia en el
Apocalipsis es la iglesia falsa en el pleno desarrollo del pecado. La gran
ramera estaba “ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires
de Jesús”, Apocalipsis 17.6. Al ser destruida, “nunca más será habitada”,
Isaías 13.20. Asiria y Egipto tendrán su lugar en tiempos futuros pero
Babilonia será destruida, 14.19, 20.
Belén es la casa de pan. Fue el pueblo donde nacieron David, Jesús, etc. y fue
donde Dios bendecía al humilde. “Te enviaré a... Belén, porque de sus hijos me
he provisto de rey”, 1 Samuel 16.1.
Bet-el quiere decir un lugar consagrado a Dios, o la morada de Dios. Él se
manifestó repetidas veces en Bet-el y allí el pueblo intentó varias veces una
adoración falsa.
Calvario es el lugar de la Calavera, Lucas
23.33, o Gólgota en hebreo, Mateo 27.33. No se sabe exactamente dónde estaba,
ni que era un monte. Posiblemente llevó el nombre por haber calaveras allí o
por la forma del terreno. Jesús “salió” al lugar y padeció “fuera de la
puerta”, “cerca de la ciudad”. Una calavera señala que había vida pero no la
hay; había intelecto pero no lo hay. El mundo no conoció a Dios mediante la
sabiduría, pero el creyente sale a su Señor fuera del campamento, llevando su
vituperio, porque no tenemos aquí ciudad permanente.
Canaán, “la mayor humillación”. Tierra conocida posteriormente como Palestina,
“tierra de extranjeros”, ocupada por paganos pero dada a Abram y sus
descendientes. “No tomarás para mi hijo... de los cananeos, entre los cuales yo
habito”, Génesis 24.3, ilustración de la separación del creyente de los
inconversos. La conquista de Canaán es figura del cristiano en el tiempo
presente entrando en el goce de toda la bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo.
Edén, “placer o delicia”. “Todos los árboles del Edén, que estaban en el huerto
de Dios, tuvieron de él envidia”, Ezequiel 31.9. Cual estado original del
hombre, es figura del estado eterno por venir; “en Adán todos mueren, también
en Cristo todos serán vivificados”, 1 Corintios 15.22. “Cambiará su desierto en
paraíso;” a saber, en Edén, Isaías 51.3.
Egipto, “tierra negra”, representa al mundo como gobernado por Satanás, el mundo
de placer social. “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde,
de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos”, Números
11.5. De esto han sido separados los creyentes; “¡Ay de los hijos que se
apartan para descender a Egipto... pero la fuerza de Faraón os cambiará en
vergüenza!”, Isaías 30.
Filistea representa el mundo de la
profesión falsa. Los filisteos vivían en la misma tierra de Israel.
Los griegos tiene el sentido de los gentiles
(todos los no judíos) en Romanos 2.9, 10: “al judío primeramente y también al
griego”, como en 1 Corintios 10.32, donde se divide la humanidad en tres:
judío, gentil y la iglesia de Dios. En otros pasajes el griego es un residente
de lo que hoy es Grecia, excluyendo a judíos y bárbaros.
Israel. “Un príncipe que prevalece”. Un hombre, un pueblo terrenal y un pueblo espiritual
(Gálatas 6.16, Romanos 9.6)
Jericó es en tipo el mundo en espera de juicio. La primera mención, Números 22.1,
dice que sus moradores tuvieron gran temor cuando Israel acampó frente a la
ciudad. “Maldito delante de Jehová el hombre que reedificare esta ciudad”,
Josué 6.26.
Jerusalén. “La paz poseída; la morada de
armonía”. Véase Salem. El lugar escogido por Dios para adoración y testimonio. “Vosotros decís
que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar”, Juan 4.20. “Si tú conocieses...
lo que es para tu paz”, Lucas 19.42.
La nueva Jerusalén, la de arriba, es la Iglesia con
Cristo en gloria. “Me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo”,
Isaías 65.19. Véase Sion.
Moab es representativo del mundo de la inmoralidad, el lujo con flojera y la
soberbia. Moab, el otro hijo de Lot, nació del incesto. “Hemos oído la soberbia
de Moab”, Isaías 16.6.
Salem. El lugar de paz. “Rey de Salem, esto es, Rey de paz”, Hebreos 7.2. Véase Jerusalén; se entiende que se trata de lo
mismo.
Samaria. Los samaritanos descendieron de
israelitas desterrados y de extranjeros. Samaria representa la religión mixta.
Omri compró el monte de Samaria y edificó allí e hizo lo malo, 1 Reyes 16.25.
“En ciudad de samaritanos no entréis”, Mateo 10.25.
Sion en sí es un cerro en Jerusalén; es usado como figura del lugar de gobierno
terrenal en el milenio. “Vendrá de Sion el Libertador”, Romanos 11.26. Habrá
tanto “el monte de Sion” para el pueblo terrenal de Dios como “Jerusalén la
celestial” para nosotros su pueblo espiritual, Hebreos 12.23.
Sodoma tipifica el modo de ser del inconverso en su atracción ilícita para el
hijo de Dios. “Hubo... sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las
abominaciones de las naciones”, 1 Reyes 14.24. “Como Sodoma habríamos venido a
ser”, Romanos 9.29.
Tiro representa el mundo comercial, el orgullo. “Con la grandeza de tu
sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus
riquezas se ha enaltecido tu corazón”, Ezequiel 28.5.
El camino nos habla del acceso a Dios y de
la comunión con Él, o, en el caso del incrédulo, del acto de alejarse de Él.
Tan pronto que Adán pecare, los querubines guardaron el camino del árbol de la
vida. Los primeros creyentes eran “de este Camino” pero Saulo de Tarso iba en
el camino a perseguirlos, Hechos 9.2, 3. Cristo nos abrió camino nuevo y vivo,
Hebreos 10.20 pero Balaam y Caín escogieron los suyos propios, 2 Pedro 2.15,
Judas 11.
El campo “es el mundo”, Mateo 13.38. Es
donde Caín mató a su hermano y es lo que Judas compró para morir allí. En el
milenio “en el campo fértil morará la justicia”, Isaías 32.15
La ciudad representa la sociedad, bien sea en
su colaboración para independizarse de Dios o en el interés mutuo como
comunidad de salvos. Caín edificó la primera ciudad, habiendo huido de la
presencia divina, Génesis 4.17. Los hombres ambiciosos de Babel querían edificar
una, acaso fueran esparcidos, 11.5. El que se gloría en las oportunidades
mundanas dice, “Iremos a tal ciudad”, Santiago 4.13. Los creyentes en su
testimonio al mundo son como una ciudad asentada, Mateo 5.14. Ellos no tienen
aquí ciudad permanente sino esperan la que Dios ha preparado, que es la
congregación de su pueblo, Hebreos 12 y 13.
El desierto es figura del mundo presente para
el creyente; él está allí de paso, rumbo a su morada mejor. “El día de la
tentación en el desierto, donde... vieron mis obras cuarenta años”, Hebreos
3.8. Sólo en el milenio “se alegrarán el desierto y la soledad”, Isaías 35.1
El Mar Rojo. El paso del Mar Rojo nos presenta
en figura la muerte y resurrección de Cristo a favor nuestro. Israel huyó del
enemigo perseguidor y al otro lado del mar cantó que Jehová “ha sido mi
salvación”, Éxodo 15.2. Fue el final de una esclavitud y el comienzo de una
peregrinación, lo cual corresponde al momento de la salvación por fe en la obra
de Cristo.
La montaña o el monte es el lugar de comunión con Dios
o, en cambio, el de la falsa adoración. “En el monte de Jehová será provisto”,
Génesis 22.14. “Serviréis a Jehová sobre este monte”, Éxodo 3.12. Una ciudad
asentada sobre un monte —el pueblo de Dios en comunión con Él— no se puede esconder.
“Me llevó en el Espíritu a un monte”, Apocalipsis 21.10. En cambio, la mujer
samaritana se jactó de que sus padres adoraban en “este monte”. El diablo llevó
al Señor a un monte para tentarle con las glorias mundanas. El juicio del
diluvio se define al decir que las aguas cubrieron “todos los montes altos”.
El río señala bien sea (a) la bendición
divina que fluye al hombre justo; (b)
la separación que divide al justo del injusto; (c) la amenaza satánica contra los justos. En cuanto al (a), un río regaba al Edén, y en la
ciudad celestial un río saldrá del trono de Dios. En cuanto al (b), el desterrado Ezequiel vio visiones
de Dios al lado del río, y Pablo se encontró en peligros de ríos. En cuanto al (c), Faraón ordenó echar al río a los
recién nacidos, y el dragón del Apocalipsis 12 echará de su boca un río.
El río Jordán. El paso del Jordán es una
ilustración de la muerte y resurrección del creyente con Cristo. Compara esto
con el paso del Mar Rojo. El arca precedió al pueblo, y ellos siguieron de lejos,
Josué 3. Piedras fueron sepultadas, figura de Jesús en las horas de tinieblas y
de la muerte del creyente con Él; piedras fueron levantadas, figura de su
resurrección y la vida nueva del creyente. El bautismo en el Nuevo Testamento
encierra el mismo simbolismo.
El valle señala tiempo de crisis. Hay el valle de lágrimas, de decisión, de la
sombra de muerte, de esperanza y de visión. “Mire tu proceder en el valle,
conoce lo que has hecho...”, Jeremías 2.23. “Descendí a ver los frutos del
valle”, Cantar 6.11.