lunes, 5 de septiembre de 2016

ALGUNAS MUJERES DEL ANTIGUO TESTAMENTO (Parte IX)

9. María la hermana de Moisés


Esta es la primera de las María que encontramos en la Biblia; su nombre sería usado mucho en Israel en las generaciones posteriores. Leemos acerca de ella en Éxodo capítulos 2 y 15 y Números capítulos 12 y 20.
Era una joven responsable por la manera en que cuidó a Moisés cuando sus padres lo pusieron en la arquilla y lo ocultaron en el río Nilo. Ella mostró serenidad ante la princesa egipcia, preguntándole si no quería una nodriza para cuidar al niño. La próxima mención de María es cuando guiaba a las mujeres de Israel en el coro del himno de alabanza de Moisés cuando sus enemigos egipcios fueron cubiertos por las aguas del Mar Rojo. María tendría ya unos noventa años y nos maravillamos que a esa edad todavía tuviera tan buena voz. “Cantad a Jehová porque en extremo se ha engrandecido...” En esta ocasión la Biblia la llama profetisa y es la primera vez que se da este título a una dama. María no sólo guiaba el canto sino que Dios, hablando por medio del profeta Miqueas, siglos después, la pone casi a la par de sus hermanos: “... y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María”.
Lamentablemente, María sintió celos de su hermano cuando éste se casó. Supuestamente uno de los motivos fue que la mujer era de otra raza, aunque no es de un todo seguro que lo fuese. Junto con Aarón, María murmuró contra Moisés. Este pecado fue tan grave en los ojos de Dios que El mismo reprendió a los dos, y María salió de la presencia de Dios blanca como la nieve y leprosa.
Este castigo duró siete días. Fue una semana de retraso en la marcha del pueblo (unos tres millones y medio de personas, o más) que marchaba hacia la tierra prometida. Aarón confesó, “locamente hemos pecado”. Moisés oró por María y al cabo de siete días ella se reunió de nuevo con el pueblo. Este pecado tuvo sus consecuencias graves. Cuando pecamos es siempre contra Dios que pecamos, pero a veces nuestros seres queridos y el pueblo del Señor sufren también. Véase el lenguaje de David en Salmo 51.4 en relación con su caída con Betsabé.
María no llegó a la tierra prometida sino que murió en Cades y fue sepultada allí.

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