lunes, 2 de enero de 2017

¡Y ya vienes, Señor!

¡Y ya vienes, Señor!

¡Y ya vienes, Señor!; la eterna muerte
Huye gimiendo en voz aterradora,
y el sepulcro vacío, sin huesos, de repente
ha de gemir su espanto ante el grito “¡Victoria!”

¡Y ya vienes, Señor, te espero siempre,
con los ojos cerrados ya contemplo la aurora,
cuando podré mirar las heridas de tu frente,
cual brillante rocío sobre rojas corales!

¡Y ya vienes, Señor, me iré contigo
en un vuelo silente cual paloma,
y al tomarte las manos, dulce Amigo,
he de sentir las mías pecadoras!

¡Y ya vienes, Señor, siento tus ojos
como llamas que limpian mis desvíos!
¡Mientras vienes, Señor, dame tu manto,
Que en este mundo desierto siento frío!
Renán Valencia Ángel
(Candelero Encendido, Abril 1983)

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