domingo, 4 de marzo de 2018

LA PASCUA Y EL MAR ROJO


Lectura Bíblica: Éxodo 12:1-51; 14:1-15:21.

Es bueno distinguir, para provecho de nuestras almas, la diferencia entre la Pascua y el Mar Rojo, ya que una persona puede oír el evangelio, y recibirlo con gozo, y puede estar regocijándose en el perdón de pecados; puede ver la hermosura de Cristo, y tener sus afectos atraídos hacia Él; pero si la plena redención no es conocida, tal como está tipificada por el Mar Rojo, si él mismo no conoce que ha resucitado con Cristo al otro lado de la muerte y del juicio, él está casi seguro de perder su gozo cuando la tentación viene y él siente su propia debilidad. El gozo de Éxodo 15 es debido a que Dios los ha redimido absolutamente de Egipto, y los ha llevado, en Su poder, a Su santa habitación. Esto es una cosa muy diferente de la alegría de la Pascua - a saber, ser librados de un justo y merecido juicio. En la Pascua, Jehová mismo se dio a conocer a ellos como el Dios de juicio. La sangre en los postes y dinteles los resguardó del juicio; Le mantuvo afuera, y Él no entró en sus casas a destruir. Si Él hubiese entrado, debiera haber sido en juicio. En el Mar Rojo fue otra cosa - se trató de Dios viniendo en poder como salvación de ellos. La Pascua los libró de Su juicio; el Mar Rojo los libró de sus enemigos. En el momento que Su pueblo está en peligro por parte de Faraón, Él entra. Ellos temieron al mar, y ese mar que parecía arrojarlos en manos de Faraón, se convierte en el medio de salvación de ellos. Así, a través de la muerte, Dios los libró de la muerte; así como Cristo descendió a la fortaleza de Satanás, descendió bajo el poder de la muerte, y, resucitando de los muertos, nos libró de la muerte. De este modo, allí fue para ellos el fin de Faraón y de Egipto para siempre. El Mar Rojo es la redención de Egipto; Dios mismo es la salvación de ellos. Aquel a quien ellos habían temido, y justamente como un Juez, llegó a ser su salvación. Son redimidos; ya no esperaron misericordia, sino que pudieron regocijarse de que el juicio hubiese pasado, y cantar Sus alabanzas por haberlos llevado a Su santa morada—a Dios mismo; "en la luz, como él está en la luz" (1a. Juan 1:7 - VM) —y llevados allí antes de que ellos hubiesen dado un paso en el desierto, o peleado una batalla con sus enemigos.
No hay conflicto, propiamente dicho, hasta que la redención es conocida. Ellos no intentaron luchar con Faraón, sino sólo alejarse de él. Habían gemido bajo su yugo, pero no combatieron contra él. ¿Cómo podían haberlo hecho? Primero deben ser llevados a Dios —ellos deben ser los ejércitos del Señor antes de que puedan combatir a Sus enemigos o los de ellos. Y así es con un alma individual. Yo no tengo ningún poder para combatir a Satanás mientras soy su esclavo. Puedo gemir bajo su yugo, y suspirar para ser librado de él; pero antes de que mi brazo se pueda levantar contra él, yo debo tener una redención completa y conocida. Los Israelitas no sólo están felices de haber escapado del perseguidor; se trata de una redención plena y consciente de Egipto y del Faraón, y pueden contar con el poder de Dios para todo lo demás. "Lo oirán los pueblos, y temblarán; Se acobardarán todos los moradores de Canaán." (Éxodo 15: 14, 15). El gozo de ellos no surge del hecho de no tener enemigos, sino del poder divino de Dios tomándolos, y colocándolos en Su presencia.
J. N. Darby
De la Revista "Christian's Friend", año 1879
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Abril 2014.

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