La Biblia no es un libro muerto. Es el Libro de ayer es también el Libro de Hoy y será el Libro de mañana. La Biblia es el Libro de la esperanza porque es el Libro de Dios y Dios es la eterna esperanza del hombre. La presencia viviente de Dios se siente palpitar entre las páginas del Libro, y ese le da al mensaje de la Biblia un sentido siempre actual, un carácter de permanencia y de futuro lleno de esperanza y seguridad. El hombre se sentiría abrumadoramente perdido al no haber aprendido de las páginas de la Biblia del amor de Dios en Cristo Jesús y del sacrificio de Cristo en el Calvario que convierte lo que parecía un camino cerrado de desesperación en puerta iluminada por la esperanza. La Biblia es el libro de la Esperanza precisamente porque Dios lo inspiro para el hombre, para orientarlo en medio de sus perplejidades y conflictos espirituales, para conducirlo de la mano por entre los caminos tortuosos del mal, para la liberación de su alma y para mantenerlo unido a la fuente eterna de la vida.
La Biblia
tiene un mensaje personal para cada individuo de acuerdo con su condición. Cada
hombre y cada Mujer encuentra en él lo que necesita; cada vida, no importa en
que red de pecado se halle aprisionada se encuentra con la mano liberadora de
Dios que la saca de allí y la echa a andar otra vez con una canción nueva de
esperanza dentro del corazón y un poder suficiente para vencer el mal y no caer
entre sus redes de nuevo. Fuera de la Biblia no hay respuesta porque la
respuesta al pecado es Cristo, y Cristo se ha puesto al alcance por la
revelación suprema de Dios en el Libro de los libros.
La Biblia es el libro de la esperanza
para el hogar. A nadie escapa la importancia que tiene en la vida humana el
hogar ni tampoco el hecho pavoroso de la desintegración del hogar en los
tiempos modernos. Al contemplar el panorama sombrío que ofrece el hogar moderno
en todos los rincones de la tierra, tenemos que volvernos con el corazón
confiado hacia la Palabra de Dios como el Libro de la esperanza para el hogar.
Todo hogar tiene un rudo esfuerzo de ajuste y armonía; todo hogar reclama amor,
comprensión, buena voluntad y espíritu de sacrificio de aquellos que lo
integran. Todo eso no se logra con recursos meramente humanos; se hacen
indispensables los recursos divinos, cuya fuente principal a nuestro alcance es
la Palabra de Dios. No hay otro fundamento sobre el cual edificar la vida
hogareña.
La Biblia
es el Libro de la Esperanza para la Iglesia. La Iglesia hoy día está en este
mundo con la misión de rescatarlo de su vaciedad espiritual, de su sentido de
indiferencia hacia los valores eternos, su preocupación desmedida por las cosas
materiales, de su familiaridad con el pecado, de todo lo que pertenece a los
dominios del diablo. Es esta una tarea formidable que la Iglesia cristiana no
puede llevar a cabo sin el mensaje redentor de la Palabra de nuestro Dios. La
Iglesia cristiana no puede entregarse a la desesperación en su lucha contra el
mal mientras conserve la herencia que el Señor le dio en su Palabra; porque
allí radica su esperanza de triunfo; porque al decir el apóstol Pablo ‘’es viva
y eficaz y más penetrante que una espada de dos filos”.
La Biblia
es el Libro de la Esperanza para las Naciones. Muchas veces hoy día nos
sentimos tentados a desfallecer ante las amenazantes nubes de guerra, o la
injusta distribución de la riqueza, o el predominio del crimen y la violencia o
la persistencia de la pobreza y la amarga miseria. No hay mucha base para creer
que delante de nosotros se abre un futuro luminoso porque las señales de los
tiempos son desquiciantes y sombríos. Sin embargo, queda un canto de esperanza
en medio de la noche; mientras la Palabra de Dios permanezca hay lugar para la
esperanza. Hoy, más que nunca la Biblia circula por millones inundando el mundo
con su mensaje salvador; la demanda es cada vez más creciente y la urgencia de
su sentido espiritual se siente cada vez más como una necesidad para las
naciones.
Si estamos
de acuerdo que la Biblia es el Libro de la esperanza para el individuo, para el
hogar, para la Iglesia y para las naciones, entonces no podemos cruzamos de
brazos frente a un mundo tan necesitado de la Palabra de Dios. Hemos de
comenzar, primero, por atesorar dentro de nosotros los valores eternos que ella
contiene y por hacer de sus enseñanzas la practica fiel de nuestra vida de cada
día y hemos de compartir al mismo tiempo el pan de vida con que nos nutrimos
nosotros, para que no haya quien padezca hambre de este pan del cielo que hemos
recibido de nuestro Dios. Han pasado varios siglos después de la venida de
Cristo al mundo y todavía hay terceras partes de la familia humana que no
conoce el Libro porque nadie se lo ha llevado y el clamor de millones de
hombres y mujeres podría expresarse en esta frase conmovedora, ‘'¿Por qué no
nos habéis traído el Libro?”. Es urgente, es imperativo que como seguidores de
Cristo entreguemos las buenas nuevas a las almas hambrientas y sedientas que
llenan todos los caminos del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario