En el AT hay casos interesantes de
personas confesándole a Dios los pecados del pueblo de Dios. Daniel, en su
capítulo 9, pasa 20 versículos confesando su pecado y el pecado de su pueblo
Israel, y derramaba su ruego delante de Jehová su Dios. La confesión de Daniel,
como resultado de su lectura de las Escrituras y su oración ferviente, se hizo
en privado. Pero a veces la confesión en privado resulta en una expresión
pública. Leemos que “mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y
postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud
de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo amargamente. Entonces
respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras:
Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de
los pueblos de la tierra”, Esdras 10.1-2. Asimismo, Nehemías siente la carga
del pecado del pueblo y en oración dice: “Esté ahora atento tu oído y abiertos
tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y
noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos
de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos
pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los
mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo” (Neh 1.6-7).
Poco después vemos que la confesión de uno en privado resulta en la confesión
colectiva y pública, cuando “se reunieron los hijos de Israel en ayuno, y con
cilicio y tierra sobre sí. Y ya se había apartado la descendencia de Israel de
todos los extranjeros; y estando en pie, confesaron sus pecados, y las
iniquidades de sus padres. Y puestos de pie en su lugar, leyeron el libro de la
ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día, y la cuarta parte confesaron sus
pecados y adoraron a Jehová su Dios” (Neh 9.1-3). En el NT, hay casos de
confesión pública (Mr 1.5; Hch 19.18). Si el pecado ha sido conocido
públicamente, o si ha afectado a muchos de manera amplia, la confesión tendrá
que reflejar eso. Seguramente el tipo y efecto de nuestro pecado determina si
se requiere una confesión en privado o de manera más amplia.
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