sábado, 10 de octubre de 2020

Entre La duda y la Adoración

 


Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:16-20).


            Es interesante observar que el encuentro de los discípulos con Jesús se caracteriza por la adoración y la duda. La palabra adoración es reverenciar con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo como cosa divina: significa e implica caer postrado. Pero la palabra duda tiene que ver con la falta de determinación acerca de una creencia; por lo tanto, es la indeterminación del ánimo acerca de un hecho o noticia. Es vacilar e implica incertidumbre, irresolución e incredulidad. Al poner juntos adoración y duda, este texto adquiere una dimensión profundamente humana y realista.

            El grupo de discípulos que sale al encuentro de Jesús resucitado es una pequeña comunidad humana, con conflictos y dudas”. Por lo tanto, adoración y duda caracterizan el encuentro de los discípulos con Jesús. Entre la adoración y la duda, el conflicto y la tentación, esta comunidad de discípulos es recibida por Jesús. Hay palabras de consuelo, ánimo y esperanza. De ninguna manera Jesús los rechaza porque algunos dudaban. Jesús nos anima a todos a seguir adelante, por lo tanto, nuestras dudas no deben excluir la obediencia. Es a esta comunidad de discípulos y a nosotros que se nos encomienda la gran comisión. Se nos concede un mandato de confianza donde Jesús establece que toda autoridad se le ha dado en el cielo y la tierra. Es la autoridad amplia e ilimitada de Jesús. Podemos descansar y confiar en las palabras de Jesús. “Se me ha dado autoridad en el cielo y en la tierra”.

            Pero lo cierto es que Adoramos y a su vez Dudamos. Dudamos muchas veces sobre la dirección que debemos tomar y lo que debemos hacer. Otras veces dudamos sobre la protección del Señor ante las diferentes circunstancias como la enfermedad, la falta de empleo, los problemas familiares, los principios y valores que debemos mantener. La duda puede tener semejanza con una noche muy oscura donde no sabemos por dónde caminar. Pero en medio de las circunstancias Dios no deja solo a sus hijos y tampoco nos rechaza. Es precisamente en esos momentos donde necesitamos aferramos a una palabra del Señor.

            En el Sermón del Monte Jesús habla de nuestro presente y nos dice: “No te atormentes, no tengas miedo” y ante el desafío que tenemos el profeta Isaías nos recuerda: “Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a ü fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra

            Los discípulos en su momento recibieron una palabra: “Este es mi Hijo amado: Escúchenlo”. Es precisamente ahí donde el camino del creyente se ilumina por una palabra. “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero”. Alessandro Pronzato nos comparte que si bien la lámpara no elimina la noche nos permitirá caminar. Podemos encontrar el sendero por el cual transitar por medio de su Palabra y presencia. Ante nuestras dudas, sufrimiento y dolor debemos mantenemos mirando al invisible que todo lo puede y nos dice: “estoy aquí”. Siendo así debemos arriesgamos y seguir en fe. La gran comisión es una invitación a experimentar la obediencia con carácter Universal e Integral.

            Lo más hermoso en este relato bíblico es que Jesús de ninguna manera nos rechaza. Nos recibe con amor y está dispuesto acompañamos en nuestro caminar. Nos recuerda cual debe ser nuestra labor por más adversas que sean las circunstancias y nos da una promesa: “Y les aseguro que estaré con ustedes siempre hasta el fin del mundo” Mat. 28:20. Esta promesa del Señor debe ser nuestra gran motivación para la obediencia. Su presencia, provisión y consuelo van junto a la tarea que tenemos por delante y no separadas de la misma.

            Entre la adoración y la duda consideremos fiel al que nos ha hecho la promesa para seguir a Jesús.

De: Edificación Cristiana.

Sendas de Luz, Año 2016, N° 1.


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