jueves, 12 de noviembre de 2020

Cristianos de Corazón Dividido

 

El Señor Jesucristo jamás tuvo el propósito de que sus seguidores fueran de corazón dividido, o que le siguieran a medias. El. Ei mismo, vino desde la gloria para ser nuestro Redentor, haciendo la volun­tad del Padre. Al final de su vida Él pudo levantar sus ojos al cielo y decir: "He acabado la obra que me diste que hiciese” Jn. 17.4.

            Aunque obedeció a Dios en todo su camino, fue rechazado por los hombres; fue desamparado por Dios y al final sufrió la muerte en la cruz para venir a ser nuestro Salvador. Eso no fue un camino fácil, ni tampoco El prometió a los suyos un camino de rosas, antes les fue dicho: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame” Mt. 16.24, La negación de sí mismo, y el constante llevar de su cruz, son los auxiliares de la vida del cristiano.

            Cuando los hombres se enganchan en el ejército tienen que negarse a sí mismos y dejan todo el confort de la vida para servir a su nación, y si es necesa­rio, morir por ella. Si somos buenos soldados de Jesucristo, no podremos más que mostrar una profunda devoción a nuestro bendito Señor, quien nos dice también: ‘‘‘Niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. El aliento que nos da para hacer esto es su amor. Ei dijo: "Si me amáis, guardad mis man­damientos” Jn, 14.15.

            Los cristianos de corazón dividido no pueden go­zarse de lleno en las cosas del mundo, ni tampoco pue­den ganar una recompensa en los cielos. Leemos: Ninguno puede servir a dos señores...no podéis servir a Dios y a Mammón” Mt. 6.24.

Debemos ser cristianos de todo Corazón

            Muchos tienen grande dificultad en conocer la voluntad de Dios, pero “el que quisiere hacer su volun­tad, conocerá" Jn. 7.17, Tenemos que confrontar eso, si queremos ser cristianos de todo corazón. Tenemos que desear hacer la voluntad de Dios. “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra” Is. 1.19.

            ¿No dijo nuestro Señor y Maestro: “Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad”? Mt. 26.42. Su cruz y sus su­frimientos fueron tales, como nunca podremos imagi­nar, sin embargo, Él bebió la copa para nues­tro bien, y para la gloria de su Padre, y ahora Él nos dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” Mt. 11.29.

            ¡Qué bendita compañía es la de Él! Algunos cris­tianos son hipercríticos y es difícil estar en completa comunión con ellos, pero no así nuestro bendito Señor, Él es “humilde y manso de corazón”. Él no quiere que llevemos nosotros solos las cargas y tris­tezas de la vida, antes dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí...y hallaréis descanso para vuestras almas porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. El amor siempre hace fácil el camino y Él nos ama con amor eterno, con eso nos regocija­mos ahora y por toda la eternidad. ¡Qué cuadro se nos presenta aquí! Con todo derecho, el Señor Jesu­cristo nos podría haber dicho: “Yo os he escogido, no os pertenecéis, yo demando que me sirváis, Yo pido que me deis vuestro todo”, pero en lugar de eso Él se para pacientemente a nuestro lado y, tomando su yugo y alargándolo hacia - nosotros, nos dice con anhelo y amor: “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí...y hallaréis descanso” no seremos chasqueados, pero hallaremos “descanso para nues­tras almas” Mt. 11.29.

            Los cristianos de Macedonia son un ejemplo para nosotros. De acuerdo con la historia sabemos que la guerra había desbastado sus tierras, dejándolos en suma pobreza, sin embargo, cuando oyeron de la necesidad de los santos en Judea y recordaron que por ellos habían venido al conocimiento del evangelio de la gracia de Dios, el amor les hizo ser liberales para dar sobre sus fuerzas. Pablo, escribiendo de ellos dijo: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que ha sido dada a las iglesias de Macedonia: que, en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abun­daron en riquezas de su bondad. Pues de su grado han dado conforme a sus fuerzas, yo testifico, y aun obre sus. fuerzas; pidiéndonos con muchos ruegos, que aceptásemos la gracia y la comunicación del servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, más aún ASI MISMOS SE DIERON PRIMERA­MENTE AL SEÑOR, y a nosotros por la voluntad de Dios” 2 Co, 8.1-5.

            Ciertamente tenían el yugo de Cristo sobre ellos, y el amor que tenían para El, les hacía pensar en los demás, Seremos mejores exponentes del amor de Dios, si tomamos su yugo sobre nosotros y apren­demos de Él. Hay cristianos que nunca han hecho lo que hizo Pablo, quien en el mero día de su conversión pudo darse completamente a Cristo. El principió su vida cristiana, con las palabras; “Señor, ¿qué quieres que haga?” Hch. 9,6, y sin jactarse pudo decir al final de su vida; “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su veni­da” 2 Ti, 4 7,8. ¡Cuántos hay como Demas que, “amando este siglo”, 2 Ti, 4.10, dejan de amar la venida de nuestro Señor Jesucristo!

            ¿Qué significa o qué quiere decir amar la venida de nuestro Señor Jesucristo? Algunos piensan que quiere decir estar “alegres con el pensamiento” de que Él viene por los suyos; pero recordemos que la “apa­rición de nuestro Señor Jesucristo” es la venida de El en gloria, 2Ts. 1.7-13. Estamos exhortados a vivir para Cristo hoy, en vista de su reinado cuando a los siervos fieles se les darán ciudades para gobernar o reinar sobre ellas, Le. 19.17-19, “Si sufrimos, (ahora) también reinaremos con él (entonces); si negáremos (en sufrimiento), él también nos negará” (en reinar) 2 Ti. 2.12. Todos los cristianos verdaderos tendrán abundante gozo en la. casa del Padre allá en los cielos, pero solamente aquellos que se han dado de lleno al Señor aquí en la tierra, participarán en el gobierno de El sobre la tierra. Con la mirada puesta en aquel día. ¡podremos ser indiferentes al llamamiento que Él nos hace de ir en pos de Él y tomar su yugo so­bre nosotros negándonos a nosotros mismos para seguirle con entero corazón? Ciertamente que no.

            ¿Tendremos excusa por no tener un corazón en­tero para Cristo? La mayor parte de los cristianos piensan que en la parábola de la gran cena, los hom­bres se mostraron tontos al no querer aceptar la in­vitación, pues uno dijo: “He comprado una hacienda y necesito salir y verla”; otro: “he comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos” y el tercero dijo: “Acabo de casarme, y por lo tanto no puedo ir” Le. 14.16 20. ¿Será esa nuestra actitud? En lugar de darle a Cristo el primer lugar, estamos poniendo primero cualquiera otra cosa, las cosas pequeñas o insignificantes de esta vida.

            Uno se llegó al Señor Jesús diciéndole: “Señor, dame licencia para que vaya primero, y entierre a mi padre. Y Jesús le dijo; Sígueme, deja que los muer­tos entierren a sus muertos” Mt. 8,21,22. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, más déjame que me des­pida primero de los que están en mi casa, Y Jesús le dijo; Ninguno que poniendo su mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios” Le. 9.61,62. Pablo, escribiendo a los Corintios dijo: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en fe; probaos a vosotros mismos. ¿No os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros? si ya no sois reproba­dos” 2 Co. 13.5. Hoy día, muchos debemos exami­narnos a nosotros mismos.

Es el Plan de Dios

            Que cada cristiano sea cristiano de TODO CORA­ZON. “Porque somos hechura suya, criados en Cris­to Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas” Ef. 2.10. El Señor Jesucristo en su venida arrojará de su boca a aquellos que ni son fríos, ni calientes, Ap. 3.15-16. Esto nos enseña que Él nunca pensó tener hijos o seguidores que fueran de corazón dividido. ¿Perderemos el hermo­so plan de Dios, por tener nuestro corazón dividido? “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto. Y no os conforméis a este siglo; más refor­maos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” Ro, 12.1,2.

Tr. por M. K.


Contendor por la fe, N°53-54, 1944

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