jueves, 12 de noviembre de 2020

LA LEY Y LA GRACIA (3)

 

LA LEY Y LA GRACIA

William Kelly

Éxodo 34; 2a. Corintios 3.      

           


            Precisamente así con el Segundo hombre, el postrer Adán. Él ha traído ahora a este lugar común de bendición a todos los que le pertenecen. Todos nosotros con rostro descubierto, o sin velo sobre el rostro (porque esta es la verdadera fuerza de esto), mirando como en un espejo la gloria del Señor. Esto era lo que vio Moisés, y solamente por un momento; considerando lo que es nuestra posición constante. Un cristiano es, todo el tiempo que está aquí abajo, por lo que concierne a la obra de Cristo, una persona con derecho a estar cerca de Dios, a presentarse en la gloria, y para estar él mismo allí; el velo ha sido quitado, Cristo sin un velo. Había un velo, pero está rasgado. Ahora no hay ninguno -ninguno en el corazón del creyente, ninguno sobre el rostro de Cristo o en el nuestro; ha sido quitado completamente. "Nosotros todos, con rostro descubierto, mirando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma semejanza, de gloria en gloria, así como por el Espíritu del Señor."(V. M.)

            Lo que el Espíritu Santo nos ministra ahora no es meramente un Salvador que bajó a nuestra aflicción y miseria para llevar nuestras iniquidades y pecados, sino ese mismo Salvador después que la obra de gracia está cumplida, cuando Él subió a lo alto a la presencia de Dios como testimonio de su perfección; y nosotros estamos invitados por el Espíritu Santo a mantener nuestros ojos fijos en Él allí, glorificados conforme a la excelencia de la redención. Eso no hará que Su gracia descienda aquí para ser menos preciosa; ni hará que la redención sea menos apreciada, sino mucho más. También imprimirá un carácter celestial a todos nuestros caminos; y esto, y nada menos, es nuestro lugar. "Como es el celestial, así son también los que son celestiales"(la. Corintios 15: 48 - LBLA); y, "así como hemos llevado la imagen del terrenal, llevaremos también la imagen del celestial."(la. Corintios 15: 49 - RV 1909 Actualizada) Entonces será perfecto; ahora sólo es parcial, y según la medida en la que el yo es juzgado.

            Lo que impide el efecto práctico, el poder celestial reflejándose en nosotros, es la actividad no juzgada de nuestra naturaleza. ¿La conocemos? ¿Cuándo es que nos equivocamos? ¿Cuándo es que nos formamos juicios equivocados, y nos volvemos descuidados y mundanos? Simplemente en la misma proporción en que quitamos nuestros ojos de Cristo, tal como Él está ahora en la gloria. Yo les concedo que Cristo es en todas partes para el alma, un medio de preservación. No obstante, no existe un poder así para superar las seducciones del mundo y lo que parece justo y religioso en el mundo; nada lo hará completamente sino Cristo en la gloria. Por lo que respecta a guiar nuestras almas en amor y devoción, Cristo lo hará aquí abajo. Pero Cristo en la gloria apaga la luz de la mejor religión de la tierra, y la hace parecer pálida y chabacana al lado de su resplandor que la sobrepasa. Nosotros estamos invitados, somos llamados como cristianos, a mirarlo continuamente ahora a Él en esa gloria. Que el Señor nos conceda caminar así y encontraremos el fruto de ello, "transformados en la misma semejanza, de gloria en gloria."(Versión Moderna)

            Una palabra más. No hay nada tan peligroso como jugar con la verdad; nada más ruinoso que los hombres usen la verdad más luminosa y sean descuidados sobre los asuntos de la vida diaria. Yo les ruego que recuerden esto. Hay algo incluso de un carácter desagradable acerca de ello cuando fracasamos en los deberes comunes, y sin embargo estamos hablando al mismo tiempo sobre la resurrección y la gloria -la vida y toda la bendición especial de la posición cristiana. Yo les ruego, mis hermanos y hermanas, sobre todo a aquellos de ustedes que son jóvenes (aunque de hecho es una trampa tanto para el anciano como para el joven), que piensen seriamente sobre esto. Es la trampa natural de aquellos que están acostumbrado a una atmósfera de verdad dónde las palabras de Dios son, por así decirlo, un pan habitual de la casa. Nadie está en tal peligro; pero es un peligro porque el ojo y corazón no están en Jesús. Habrá poder dónde hay simplicidad con juicio de uno mismo; en ninguna otra parte.

William Kelly (1820-1906)

Traducido del inglés por: B.R.C.O.

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