sábado, 12 de marzo de 2022

El poder de la conducta

 

Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre


            Están cayendo los valores más insignes: la fe, el patriotismo, la obediencia a las autoridades, el pudor y toda moral. A expensas de este retroceso está incólume la influencia de la conducta. “Porque ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí. Mas sea vuestro hablar Sí, sí, No, no, porque lo que es demás de esto, de mal procede.” (Romanos 14:7, Mateo 5:37)

            La experiencia me ha enseñado a conocer que la conducta es algo que se funde en el carácter, que conciencia y conducta son sinónimo. Ciencia y educación se pueden aprender en las instituciones docentes, pero la conducta procede del estado del corazón. La temperatura varía gradualmente, se mide por el vapor o la humedad, pero la conducta tiene dos polos: o está arriba, o está abajo.

            Un solo desliz puede hacer maltrecha una vida. David fue hombre según el corazón de Dios, pero su crimen intelectual y su adulterio voluntario “ha hecho blasfemar a los enemigos de Jehová.” (1 Samuel 11 y 12). Hasta hoy los criterios parodian la conducta inmoral de David, y muchos de los caídos toman como excusas y mampara frente aquella escisión en la vida del buen David.

            Ciertamente somos tan bajo que nuestro juicio y nuestros ojos no buscan sino ver lo vulgar y ruin del hombre. Por eso Dios no nos juzga por juicio humano, ni nos ve con ojos de carne. “Dios si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón para que seas reverenciado.” (Salmo 130:3,4)

            El rey filósofo observó entre muchas de las cosas que se hacen debajo del sol: “Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.” (Eclesiastés 8:14)

            Muchas veces la mentira parece pequeña y justificada, ¡pero qué influjo dañoso ocasiona a la conducta! “Sabroso es el pan de la mentira; pero después su boca será llena de cascajo.” (Proverbios 20:17) Otro gran hombre fue Abraham, llamado “amigo de Dios.” (Isaías 41:8) Abraham puso sombra a su conducta; fue “el profeta regañado.” Llegó a errar y por un prejuicio temeroso miente, expone a su esposa, y como hombre él mismo se expone; tuvo que salir del lugar como indeseable. (Génesis 20:1-18)

            Otra cosa que afecta la conducta es la informalidad. “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.” (Eclesiastés 5:5) Votos, promesas o protestas no agradan al Señor. Su contentamiento está en los que le temen. Ananías y Safira ofrecieron al Señor tanto. Después que vendieron la heredad les pareció mucho lo que habían ofrecido y con apariencia de piedad y mentira negaron a dar una parte de lo que habían ofrecido. Su engaño era como una afrenta al Espíritu Santo; por tanto, su cortamiento vino enseguida.

            El creyente de conducta paga sus cuentas, paga sus impuestos, cumple sus compromisos, es puntual a su palabra. “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel, y en lo que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.” (Lucas 16:10)

            La puntualidad es la hija mayor de la conducta, aunque para muchos hoy ser puntual es ser adulante, ser golpista, patronal o imperialista. El creyente debe ser imitador de aquellos que tenemos por ejemplo. “El mensajero que había ido a llamar a Miqueas, le habló diciendo: He aquí, la palabra de los profetas a una voz anuncia al rey cosas buenas; yo, pues, te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos, que hables bien. Dijo Miqueas: Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré.” (2 Crónicas 18:12,13)

            La conducta regida en el temor de Dios es un arma poderosa para intimidar a los mundanos y licenciosos. Aunque se sometan con burlas, la conducta es justificada. Cierto hermano de buena conducta era objeto de burla y crítica de sus compañeros por su puntualidad y responsabilidad. Un día sus compañeros le vieron venir y con sorna dijeron: “Ahí viene el pastor pasaporte. ¡Todos derechitos! ¡Nadie se ría!” El hermano pasó saludando y sonriendo. Los otros representaban su papel sin pensar que estaban honrando la conducta del hermano. Ante la conducta de algunos hermanos hay personas que se cohíben de hablar vulgarmente por respeto al testimonio del evangélico. (Job 21:22)

            No hay palabras para explicar los sufrimientos, pero fue la conducta del Señor con sus crueles dolores en la cruz que ganó al centurión para la gracia de Dios. El historiador Josefo dice: “Muchos de los crucificados desde que eran clavados empezaban y terminaban la vida maldiciendo.” Pero del Señor dice Marcos: “Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar, había expirado así, dijo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.” (15:39)

            Aun en los momentos críticos de nuestra vida, si la paciencia es unida a la conducta hará, que seamos vencedores. José calumniado fue metido en la prisión. Doce o trece años estuvo preso aquel joven. “Afligieron sus pies con grillos; en cárcel fue puesta su persona.” (Salmo 105:17-22) Pero la conducta de José fue conspicua. “No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que hacía, Jehová lo prosperaba.” (Génesis 39:23)

            Probamos la conducta según la educación y el estado de ánimo con que tome una persona las adversidades en un susto dan un alarido; en un caso de muerte gritan y se desesperan; si reprenden a un niño, todo el vecindario se informa; si hay reclamos entre los esposos, lo hacen con escándalos; si reciben una injusticia, usan la espada de la lengua sin comedimiento.

“¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.” (Santiago 3:13)

José Naranjo

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