sábado, 12 de marzo de 2022

LOS CINCO NOMBRE DEL MESIAS EN ISAÍAS

 

H. J. Vine

Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Conse­jero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Isaías 9:6)


            En estos versículos se nos presenta el trono de David, la gloria de su gobierno, su paz, su juicio y justicia, y, por sobre todo, con una belleza y majestad indescriptibles, vemos a Aquel que lleva el gobierno sobre su hombro. Con qué ternura se nos anima a acer­camos a Aquel que es glorioso y lleno de gracia, cuya gloria es ines­crutable e inmutable.

Él es el “Niño que nos es nacido y el "Hijo” que nos es dado. ¡Maravilloso Niño! ¡Maravilloso Hijo! ¡Podemos postrarnos y adorar delante de Él tal como lo hicieron los sabios de oriente! El nombre que le es dado es quíntuple: describe su gloria en relación con su gobierno de gracia sobre el trono de David (v. 7). Que nadie diga que esta es solo una verdad para el reino. Esta es una verdad que concierne a la gloria de Aquel que es el Esposo celestial de la Igle­sia. Obviamente, es cierto que esto tiene que ver con la parte terre­nal del reino, sin embargo, lo que se nos muestra aquí es la gloria inmensurable de la Persona que está por sobre todas las cosas (Ro. 9:5). Y aunque nuestra esperanza es especialmente celestial, sigue siendo cierto que la verdadera esposa se interesa profundamente por la gloria de su Esposo.

“ADMIRABLE” es la primera letra para deletrear este quíntuple nombre. Ninguna palabra puede ser más adecuada, pues entre más lo conocemos, más nos admiramos de Él. Los fariseos, que anali­zaban su predicación para ver cómo confundirlo, quedaban comple­tamente confundidos cuando estaban frente al “Hijo de David”, el Mesías, el Cristo, que también era «Señor de David» (Mt. 22:41-46). ¡Verdaderamente su nombre es “Admirable”!

 “CONSEJERO" — Él será la Fuente de todo consejo para aque­llos que compartirán el gobierno y sus beneficios en aquel día. Todo buen consejo ya procede de Él, pues Él es quien ha dicho: “Con­migo está el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justi­cia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra” (Pr. 8:14-16). Por lo tanto, es divinamente adecuado que Él sea llamado “Consejero”. Sin embargo, nos llenamos de santa reverencia cuando contemplamos la palabra central de este nombre incomparable—nombre de la Señal “abajo en lo profundo” y “arriba en lo alto” (Is. 7:11), el nombre del «Niño que nos es nacido», acu­nado en el pesebre, nombre del «Hijo que nos es dado».

“DIOS FUERTE"—En el original, aquí el nombre de Dios es “El” que es singular. Es utilizado por primera vez en Génesis 14— “El Altísimo, creador de los cielos y de la tierra”. “El” significa “el Fuerte”, el Primero. “Dios es uno”, y los atributos de Dios, por lo general, están relacionados con este nombre singular—“El” Qué bendición que este Dios fuerte se dé a conocer a nuestros corazones adorado­res en la Persona de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del amor del Padre, pues Él es la “Imagen del Dios invisible”. Él es el Hijo, quien no fue creado, “porque en Él fueron creadas todas las cosas” (Col. 1:16). Por lo tanto, es completamente correcto y adecuado que sea llamado “Dios fuerte”

            Ahora leemos algo que sobrepasa todo pensamiento, y verdadera­mente debe ser así a causa del bendito Nombre que se nos revela.

“PADRE ETERNO”—¿Quién puede pensar en la eternidad? ¿Quién puede captar lo infinito? ¡Solo el Dios eterno! Sin embargo, aunque la eternidad es un concepto infinito, no es más grande que Aquel del que habla el autor inspirado, el «Hijo que nos es dado», cuyo nombre es “Padre eterno”. ¡Esto está más allá de nuestra com­prensión! Sin embargo, lo creemos; y más aún, creemos que nuestro Señor, nuestro Salvador Jesucristo, es Aquel, tal como nos lo dice el Espíritu Santo; y nos gozamos en su grandeza y gloria; sí, nos regocijamos. Y aunque somos capaces de captar mucho a través de la gracia divina, también reconocemos que es algo que sobrepasa nuestra comprensión, sin embargo, ¡nos gozamos en ello! Leemos acerca del Hijo; “Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten" (Col. 1:17).

Después de tal descripción de su Nombre, entramos, por así decirlo, a una bahía de tranquilidad en la última palabra: “¡PRÍNCIPE DE PAZ!” “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite" (v. 7). Actualmente, los suyos disfrutan de una paz «sin límites», pero en su reino, Él será el Príncipe de la paz—el jefe. Él es “el Soberano de los reyes de la tierra”. No hay nadie por sobre Él. Es el Hijo de David, ¡que a su vez es Señor de David! Este es el verdadero Salomón del Salmo 72. Leemos que en el tiempo de su gobierno “los mon­tes llevarán paz al pueblo... Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna... todas las naciones...lo llamarán bienaventurado... toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.” (Sal. 72:3,7,17,19).

            ¡Qué título de belleza y bendición, culminando así el deletreo divino de este quíntuple nombre! Es la corona, la brillarte diadema, que decora dignamente este majestuoso monumento de gloria; “¡Prín­cipe de paz!" ¡Qué final tan adecuado para tal nombre! Nuevamente viene a nuestro corazón el capítulo 1 de Colosenses. Allí leemos que Él hizo la paz por la sangre de su cruz; Aquel en quien habita toda la plenitud de la Deidad, ¡hizo la paz! Y, un día, por medio de Él, todas las cosas serán reconciliadas con aquella plenitud que habita en Él. ¡Qué bendita es la porción de aquellos que en la actualidad ya han sido reconciliados, ¡antes de aquel día de reconciliación universal! Jamás pudo ser dada una señal similar a esta, que va desde un Niño en un pesebre hasta las alturas infinitas del Dios fuerte.

“El principado sobre su hombro”. ¡Qué día tan alegre vendrá para este mundo! Él prosperará en el terreno que los políticos y gobernantes han fracasado tan tristemente. “Sobre su hombro” el gobierno estará seguro. Sin embargo, en Lucas 15 leemos que la oveja—el pecador perdido que Él busca y encuentra—es puesta de forma segura sobre ambos “hombros". Un hombro bastará para el gobierno de la tierra, pero nada menos que ambos hombros para las ovejas que Él ama tanto. Él las llevará al hogar y su corazón amoroso se regocijará con un gozo profundo y divino. Bien podemos agradecer a Dios por tal Salvador, a quien conocemos y en quien confiamos antes que el reino de gloria venga sobre este mundo.

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