sábado, 12 de marzo de 2022

Figuras de Cristo (3)

 

por W.A. Deans


El cordero de Abel

Génesis 4:1-15


            La primera persona nacida en este mundo fue un asesino. Caín el primogénito de Adán y Eva mató a su hermano menor, Abel.

Adán y Eva habían pecado en el huerto del Edén. Luego trataron de cubrirse con hojas, pero Dios no aceptó el traba­jo que ellos hicieron para cubrirse. Él quiso derramar sangre para cubrirlos. Así que los cubrió con la piel de un animal que murió en lugar de ellos.         

Caín y Abel, los hijos de Adán y Eva sabían que era necesario el sacrificio con sangre para ser aceptados por Dios. No debemos pensar que Caín era más pecador que Abel. Ambos eran pecadores y ambos necesitaban el perdón.

¿Por qué Dios aceptó el sacrificio de uno de ellos y no el del otro? Porque sus sacrificios eran diferentes. Dios vio los sacrificios y aceptó uno y rechazó otro.

Caín ofreció a Dios lo que había cultivado en el campo. Pero Dios había maldecido la tierra, Génesis 3:17. Así que no podía producir un sacrificio aceptable a Dios. El sacrificio de Caín era como las hojas que Adán y Eva habían usado para cubrir su desnudez. Este no era el tipo de sacrificio que Dios aceptaba, en él no había derramamiento de sangre.

Caín estaba equivocado al pensar que los vegetales, las frutas y las flores agradarían a Dios. El hombre solamente puede acercarse a Dios por un camino. Solamente puede acercarse a él mediante un sacrificio con derramamiento de sangre.

Abel era pastor de ovejas. Él tomó un cordero de su rebaño, lo mató y lo ofreció como sacrificio a Dios.

Dios no se fijó en Caín ni en Abel. Él miró solamente sus sacrificios. Aceptó el sacrificio de Abel y rechazó el sacrificio de Caín que no era con sangre, Génesis 4:4,5. Caín no tenía fe, pero trató de acercarse a Dios por el camino que creía era el mejor. En cambio, Abel fue aceptado porque su sacrificio agradó a Dios. Él ofreció un sacrificio con sangre en la fe, Hebreos 11:4.

Dios reprendió a Caín y le mostró que él también sería aceptado y perdonado si ofrecía el sacrificio correcto, Génesis 4:7. Pero Caín no quiso obedecer. En lugar de esto atacó y asesinó a su hermano. Dios puso una marca sobre Caín y él huyó para errar por el mundo. A dondequiera que él iba la gente sabía que era pecador.

El cordero de Abel es una figura de Cristo. Cristo es el perfecto cordero de Dios. Juan el Bautista vio a Jesús que se acercaba hacía él y lo llamó "El Cordero de Dios" que quita el pecado del mundo, Juan 1:29,30. El Señor Jesús no se defendió cuando los soldados lo arrestaron, Juan 18:7-12. Él se portó como un cordero que no ofrece resistencia al que lo trasquila, y como una oveja que es conducida al matadero, Isaías 53:7.

            Hoy un pecador debe tener fe en el sacrificio de Cristo en la cruz si quiere ser aceptado por Dios. Sus pecados pueden ser perdonados solamente a través de la sangre del Señor Jesús, el cordero de Dios, 1 Pedro 1:18,19 nos dice que nosotros no somos liberados por algo que pierde su valor, como el sacrificio de Caín, sino por la preciosa sangre de Cristo que fue como un cordero perfecto, sin mancha ni defecto.

Dios no miró a Caín ni a Abel sino a sus sacrificios. Así también, él no nos mira a nosotros sino al sacrificio por medio del cual nos acercamos a él, el sacrificio de Cristo, o nuestras propias obras.

Es inútil que tratemos de agradar a Dios con nuestras obras. Solamente podremos ser perdonados si creemos en Cristo Jesús el cordero de Dios que se ofreció a sí mismo en la cruz por nuestros pecados. Cuando hacemos esto, Dios nos acepta para siempre.

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