sábado, 12 de marzo de 2022

La grandeza del Evangelio

 Sin duda, muchos de los lectores de este artículo, ya habrán conocido muy Lien “el evangelio en minia­tura” que se encuentra en las treinta palabras de Juan 3.16. “Porque de tal manera amó Dios al mun­do, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.

            Muchísimas personas han encontrado la paz y bendición por medio del mensaje contenido en este versículo. Sus dulces sonidos han caído en los oídos, y habiendo sido recibido por la fe, las almas han pasado de muerte a vida; de obscuridad a luz y de servi­dumbre a libertad. Estos pueden decir: ¡gracias a Dios por Juan 3.16!

            Si se encuentra “el evangelio en miniatura” en este versículo, también se encuentra allí la grandeza del evangelio. Todo es grande en ese versículo.

“Dios” … el ser más grande.

“De tal manera” … la medida más grande.

“Amó” ...el amor más grande.

“Al mundo” ...abarca el número más grande.

“Que ha dado” … la dádiva más grande.

“Su Hijo unigénito” ...el Salvador más grande.

“Para que todo aquel” ... la invitación más grande.

“Que en él cree” ... la simplicidad más grande.

“No se pierda” ...el peligro más grande.

“Mas tenga vida eterna” …la bendición más grande.

 

LA GRAN FUENTE DEL EVANGELIO se encuentra en Juan 3.16. Dios mismo es el origen de las buenas nuevas. El Señor Jesús, el Hijo de Dios, fue dado por Dios mismo para nuestra bendición. El Dios contra quien habíamos pecado y de la gloria de quien estábamos destituidos; contra quien nos ha­bíamos rebelado y de quien éramos enemigos de ánimo en malas obras; este Dios, sabiendo nuestra necesidad de una manera que nosotros jamás pudié­ramos haberlo realizado, nos amó tan profundamente que dio a su Hijo, su Hijo unigénito. El manantial de salvación y favor tiene su origen en el corazón mismo de Dios. El que conocía a fondo nuestra condi­ción, El mismo dio a Aquel que tenía poder para su­plir la necesidad. El Señor Jesucristo no murió para que Dios nos amara, sino porque ya Él nos amaba.

EL GRAN FUNDAMENTO DEL EVANGELIO se encuentra en Juan 3.16; se encuentra en el Hijo amado de Dios, Ningún otro era suficientemente grande para hacer el sacrificio. Ningún otro podía quitar el delito "Porque nadie puede poner otro fun­damento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” 1 Co. 3,11. Todo lo demás es movedizo. La virtud y el mérito humano pueden parecer estar firmes delante dé los hombres, pero delante del trono de Dios y de su santidad fracasan. Si hubiera sido posible encon­trar otro fundamento, o alguna otra manera de res­cate para el pecador ¿No hubiera Dios perdonado a su Hijo? Seguramente que sí, pero no era posible perdonarlo. Si los pecadores iban a ser salvos, Cristo tenía que sufrir; porque ningún otro en el cielo o en la tierra podría aguantar el golpe que la justicia de Dios tenía que dar por causa del pecado.

LA GRAN LIBERALIDAD DEL EVANGELIO se encuentra en Juan 3.16, y es “el que quiere”. Los grandes brazos de las palabras “todo aquel” alcanzan y abrazan a cada pecador que quiere venir. La salvación de Dios es para todos, para cada hom­bre, para cada uno que cree y el Señor mismo usa estas palabras para expresar la grandeza de la salva­ción por gracia.

LA GRAN PLENITUD DEL EVANGELIO se encuentra en Juan 3.16. “Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. El evangelio rescata de la perdición, de eterna miseria y del lago de fuego; asegura al creyente que el juicio ya pasó en cuanto a él, y que para él no hay condena­ción, sino, al contrario, le ha sido abierta la puerta de la vida eterna. En estas dos palabras “vida eterna” está encerrada toda la grandeza del favor y del pri­vilegio que Dios mismo podía proveer en las rique­zas de su gracia.

            El evangelio así. nos encuentra en un profundo hoyo y nos asegura la gloria más alta. Nos alcanza en el lugar más lejos y tomándonos nos retiene hasta que nos pone en la gloria, en la compañía y en la se­mejanza del Hijo de Dios.

            Al leer el mensaje de la gracia otra vez ¿no 1o quieres creer? Tú necesitas esa salvación. Es para ti, porque estás incluido entre los “todos” y es para todos y ahora mismo puedes tenerla, tal como estás y en el lugar donde te encuentres. Toma tu lugar de pecador y acepta por la fe la salvación. Para los peca­dores es dada, entonces es para ti. Si ¡o crees, todo el pasado, el presente y el futuro estará cubierto con la sangre preciosa del Señor Jesucristo, que nos lim­pia de todo pecado.

            El Espíritu Santo mora en todos los creyentes y te dará poder para vivir la vida cristiana en esta tierra. La presencia del Señor Jesucristo, ya resucita­do de entre los muertos y sentado a la diestra de Dios, es la seguridad de que estaremos con El en la casa de su Padre para siempre. ¡Aleluya, qué salvación tan grande! ¡Aleluya, gloria a Cristo!

Tr, por G. G.

Contendor por la fe, N° 53 y 54 de 1944

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