Sin duda, muchos de los lectores de este artículo, ya habrán conocido muy Lien “el evangelio en miniatura” que se encuentra en las treinta palabras de Juan 3.16. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.
Muchísimas personas han encontrado
la paz y bendición por medio del mensaje contenido en este versículo. Sus
dulces sonidos han caído en los oídos, y habiendo sido recibido por la fe, las
almas han pasado de muerte a vida; de obscuridad a luz y de servidumbre a
libertad. Estos pueden decir: ¡gracias a Dios por Juan 3.16!
Si
se encuentra “el evangelio en miniatura” en este versículo, también se
encuentra allí la grandeza del evangelio. Todo es grande en ese versículo.
“Dios” … el ser más grande.
“De tal manera” … la
medida más grande.
“Amó” ...el amor más
grande.
“Al mundo” ...abarca el
número más grande.
“Que ha dado” … la
dádiva más grande.
“Su Hijo unigénito” ...el
Salvador más grande.
“Para que todo aquel”
... la invitación más grande.
“Que en él cree” ... la
simplicidad más grande.
“No se pierda” ...el
peligro más grande.
“Mas tenga vida eterna”
…la bendición más grande.
LA GRAN FUENTE DEL
EVANGELIO se encuentra en Juan 3.16. Dios mismo es el origen de las buenas
nuevas. El Señor Jesús, el Hijo de Dios, fue dado por Dios mismo para nuestra
bendición. El Dios contra quien habíamos pecado y de la gloria de quien
estábamos destituidos; contra quien nos habíamos rebelado y de quien éramos
enemigos de ánimo en malas obras; este Dios, sabiendo nuestra necesidad de una
manera que nosotros jamás pudiéramos haberlo realizado, nos amó tan
profundamente que dio a su Hijo, su Hijo unigénito. El manantial de salvación y
favor tiene su origen en el corazón mismo de Dios. El que conocía a fondo nuestra
condición, El mismo dio a Aquel que tenía poder para suplir la necesidad. El
Señor Jesucristo no murió para que Dios nos amara, sino porque ya Él nos amaba.
EL GRAN FUNDAMENTO DEL EVANGELIO se
encuentra en Juan 3.16; se encuentra en el Hijo amado de Dios, Ningún otro era
suficientemente grande para hacer el sacrificio. Ningún otro podía quitar el
delito "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto,
el cual es Jesucristo” 1 Co. 3,11. Todo lo demás es movedizo. La virtud y el
mérito humano pueden parecer estar firmes delante dé los hombres, pero delante
del trono de Dios y de su santidad fracasan. Si hubiera sido posible encontrar
otro fundamento, o alguna otra manera de rescate para el pecador ¿No hubiera
Dios perdonado a su Hijo? Seguramente que sí, pero no era posible perdonarlo.
Si los pecadores iban a ser salvos, Cristo tenía que sufrir; porque ningún otro
en el cielo o en la tierra podría aguantar el golpe que la justicia de Dios
tenía que dar por causa del pecado.
LA GRAN LIBERALIDAD DEL
EVANGELIO se encuentra en Juan 3.16, y es “el que quiere”. Los grandes brazos
de las palabras “todo aquel” alcanzan y abrazan a cada pecador que quiere
venir. La salvación de Dios es para todos, para cada hombre, para cada uno que
cree y el Señor mismo usa estas palabras para expresar la grandeza de la salvación
por gracia.
LA
GRAN PLENITUD DEL EVANGELIO se encuentra en Juan 3.16. “Para que todo aquel que
en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. El evangelio rescata de la perdición,
de eterna miseria y del lago de fuego; asegura al creyente que el juicio ya
pasó en cuanto a él, y que para él no hay condenación, sino, al contrario, le
ha sido abierta la puerta de la vida eterna. En estas dos palabras “vida
eterna” está encerrada toda la grandeza del favor y del privilegio que Dios
mismo podía proveer en las riquezas de su gracia.
El evangelio así. nos encuentra en
un profundo hoyo y nos asegura la gloria más alta. Nos alcanza en el lugar más
lejos y tomándonos nos retiene hasta que nos pone en la gloria, en la compañía
y en la semejanza del Hijo de Dios.
Al leer el mensaje de la gracia otra
vez ¿no 1o quieres creer? Tú necesitas esa salvación. Es para ti, porque estás
incluido entre los “todos” y es para todos y ahora mismo puedes tenerla, tal
como estás y en el lugar donde te encuentres. Toma tu lugar de pecador y acepta
por la fe la salvación. Para los pecadores es dada, entonces es para ti. Si ¡o
crees, todo el pasado, el presente y el futuro estará cubierto con la sangre
preciosa del Señor Jesucristo, que nos limpia de todo pecado.
El Espíritu Santo mora en todos los creyentes y te dará
poder para vivir la vida cristiana en esta tierra. La presencia del Señor
Jesucristo, ya resucitado de entre los muertos y sentado a la diestra de Dios,
es la seguridad de que estaremos con El en la casa de su Padre para siempre.
¡Aleluya, qué salvación tan grande! ¡Aleluya, gloria a Cristo!
Tr, por G. G.
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