La
ociosidad de Sodoma
Sodoma
y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellas,
habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas,
por ejemplo, “sufriendo el castigo de fuego eterno”. (Judas 7)
Parece
que la tierra de Sodoma producía muchas uvas, era tierra de vides exquisitas.”
Porque la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los de Gomorra; las uvas de
ellos son uvas ponzoñosas. Racimos muy amargos tienen, veneno de serpientes es
su vino, y ponzoña cruel de áspides”. (Deuteronomio 32:32,33) Por esta
descripción vemos que su vino era excitante y lujurioso. Los sodomitas tenían
tiempo para maquinar y desarrollar el mal, pues su tierra era exuberante, “de
riego como el huerto de Jehová”. “Los sodomitas fueron sordos como el áspid que
no oye la voz de los que encantan”. (Salmo 58:3-5) “Después que perdieron toda
sensibilidad se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de
impureza”. (Efesios 4:19)
He
aquí que Sodoma se olvidó de los principios elementales de la caridad; viviendo
en una ociosidad permanente, abandonaron al necesitado. “He aquí que esta fue
la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de
ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortalecieron la mano del afligido y
del menesteroso”. (Ezequiel 16:49)
¡Qué
tragedia tan terrible se está acumulando para este mundo por causa de una
generación que vive sólo en una ociosidad continua! Muchos padres están
contribuyendo a ese desorden, porque facilitan a sus hijos todo lo que les piden,
sin hacerles sentir el deber y el amor al trabajo. Los vicios más degradantes
provienen de la ociosidad. Tal fue la licencia de los sodomitas que cambiaron
el orden natural del matrimonio. Resultaron con el “corazón entenebrecido, sus
propios cuerpos deshonrados, entregados a pasiones vergonzosas; se encendieron
en su lascivia, con una mente reprobada, haciendo cosas contra la naturaleza”.
(Romanos 1:24-32)
Cuán
noble es la disciplina doctrinal enseñada en el evangelio. Pablo tuvo que poner
coto por sus enseñanzas a algunos creyentes en Tesalónica. Éstos, después que
creyeron el evangelio, todavía como que querían vivir en la misma ociosidad de
antes. En cuanto a la santidad les dice: “Que cada uno de vosotros sepa tener
su propia esposa en santidad y honor, no en pasión de concupiscencia, como los
gentiles que no conocen a Dios”. (1 Tesalonicenses 4:4,5) En cuanto a nuestro
cuerpo que es templo del Espíritu Santo dice: “Glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. (1 Corintios
6:19,20)
En
cuanto al trabajo les dice: “Oímos que algunos de vosotros andan
desordenadamente, no trabajando en nada, sino entreteniéndose en lo ajeno. A
los tales les mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que
trabajando sosegadamente coman su propio pan”. (2 Tesalonicenses 3:11,12) En
cuanto al estado social y civil de algunos creyentes, en especial a las viudas
jóvenes, dice: “Viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por
sus deseos, se rebelan contra Cristo, quieren casarse, incurriendo así en
condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser
ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también
chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran”. (1 Timoteo 5:11-13)
Es
la misma prosperidad que vive la ge-neración presente la que ha dado margen a
millares de parásitos que viven de la ociosidad, inventando toda suerte de perversidad
que se desarrolla en la más grande apostasía.
Los
sodomitas llegaron a tal grado de desvergüenza “que publicaban su pecado sin
disimulación alguna”. (Isaías 3:9) A la misma altura de desmoralización comparó
el profeta a Judá y a Jerusalén, vv 8,9. Ese estado de relajación aceleró el
juicio sobre ellos.
La
ociosidad sodomita es contagiosa. Pues en Gabaa de Benjamín, los habitantes de
esa región estaban practicando la misma degeneración de los sodomitas. (Jueces
19:22-28), por lo cual fueron destruidos. Es posible que esto haya sido el fin
del testimonio de la iglesia de Pérgamo, porque admitió en su seno la doctrina
de Balaam y la doctrina de los nicolaítas. Hubo recepción en vez de repulsión,
adaptación en vez de separación. (Apocalipsis 2:12-17)
José Naranjo
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