domingo, 4 de octubre de 2015

¿Qué hay que buscar en la Biblia?



Si bien la Biblia contiene innumerables y extraordinarias informaciones de orden geográfico, histórico y científico, debido a que forma parte de la historia del hombre y del pueblo al cual Dios dio la revelación, no fue escrita para satisfacer nuestra curiosidad, sino para mostrar al hombre el camino de la salvación y de la felicidad verdadera.
Ante todo es el libro de la revelación del amor de Dios para con el hombre y del camino que Él puso para salvarle de la perdición eterna.
Por medio de las experiencias más diversas Dios quiere enseñarnos lo que es el hombre. La Biblia pone al descu­bierto nuestro corazón, no el órgano físico, sino el centro de nuestro ser espiritual, de donde vienen nuestros deseos y sentimientos. Denuncia el mal, es decir el pecado, que corroe como un cáncer. Pone el dedo en nuestras llagas, en lo que intentamos disimular. El hombre, tal como está descrito en la Biblia, no es agradable ni bueno, ¡pero el retrato es tristemente verdadero! Ya en las primeras pági­nas de este libro vemos al hombre en su febril actividad, tentado, desobediente, decepcionado, pero buscado por Dios, quien “de tal manera amó al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16). Por este motivo, a través de todas las páginas del Antiguo Testa­mento, se hace mención, de una manera más o menos velada, de la venida de Cristo.
            En sus primeros tiempos, la Iglesia no tuvo otra guía que la Biblia; de esta manera, cuando Pablo y Silas predicaron el Evangelio, los hombres de Berea recibieron sus palabras con toda solicitud, “escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11).

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