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Blog correspondiente a la publicación mensual de la revista homónima. Aquí encontrará temas de edificación cristiana y de aprendizaje personal.
martes, 10 de julio de 2012
CANDELERO ENCENDIDO
CANDELERO ENCENDIDO - JULIO 2012
Ya se encuentra publicado la edición de Julio de la revista.
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¡Oh Señor, Vuélvenos a ti!
Es más que probable que en toda la historia de los Estados Unidos nunca
haya habido en ningún momento tanta actividad religiosa como la que existe en
la actualidad. Y también es muy probable que nunca existiera menos
espiritualidad. Por la razón que sea, el activismo religioso y la
piedad son cosas que no siempre van juntas. Para descubrir esto, sólo es necesario
observar la actual escena religiosa.
No hay, desde luego,
ausencia de esfuerzos por ganar almas, pero muchos de nuestros ganadores de
almas dan la impresión de que son poco más que vendedores de una marca de
cristiandad que sencillamente no conduce a la santidad.
Si esto te choca como
poco caritativo, haz esta pequeña prueba; arrodíllate y lee con
reverencia el Sermón del Monte. Deja que se apodere de tu corazón. Atrapa su
«sentir» espiritual. Intenta concebir qué clase de persona sería la que viviera
sus enseñanzas. Luego compara tu concepción con el producto de la moderna
cadena de producción religiosa. Encontrarás todo un mundo de diferencia tanto
en conducta como en espíritu.
Si el Sermón del Monte
es una buena descripción de la clase de persona que debiera ser un cristiano, entonces
¿a qué conclusión debemos llegar acerca de las multitudes que han «aceptado» a
Cristo y que sin embargo no exhiben un rasgo moral o espiritual como los
descritos por nuestro Señor?
Ahora bien, la experiencia nos ha preparado para la réplica que seguramente
oiremos de amigos de tierno corazón. « ¿Quiénes somos nosotros para juzgar? Tenemos
que dejar a estos profesos cristianos al Señor y cuidarnos de nuestra propia
casa. Y, además, debiéramos sentirnos agradecidos por todo el bien que se está
haciendo, y no estropearlo buscando faltas.»
Todo esto suena muy
bien, pero es una expresión de un laissez faire religioso
que se echaría descuidadamente a un lado y que dejaría que toda la
iglesia de Cristo degenerara moral y espiritualmente sin osar levantar una mano
para ayudar o dar una voz para advertir. Y no lo hicieron así los profetas. No
lo hicieron así ni Cristo, ni sus apóstoles, ni los reformadores; y no lo
hará nadie que haya visto abierto el cielo y haya visto visiones de Dios.
Elías hubiera
podido mantenerse callado y se hubiera ahorrado muchos problemas. Juan el
Bautista hubiera podido quedarse callado y salvar su cabeza; y cada mártir
hubiera podido haber recurrido al laissez faire y muerto
cómodamente en su cama cargado de días. Pero con ello habrían desobedecido a
Dios y se habrían expuesto a un severo juicio en el día de Cristo.
La ausencia de devoción
espiritual en la actualidad es un signo ominoso y un portento. La moderna
iglesia sólo tiene menosprecio hacia las virtudes sobrias: la mansedumbre, la
modestia, la humildad, la apacibilidad, la obediencia, el desprendimiento,
la paciencia. Para ser aceptada en la actualidad, la religión tiene que estar
en la corriente popular. Y por ello mucha de la actividad religiosa rebosa de
soberbia, de exhibicionismo, de autoafirmación,
de promoción del ego, de amor de ganancia y de entrega a los placeres
triviales.
Nos corresponde
tomarnos todo esto en serio. Se está agotando el tiempo fijado para cada uno de
nosotros. Lo que se debe hacer se debe hacer rápidamente. No tenemos derecho a
permanecer ociosos y dejar que las cosas sigan su curso. Un granjero que deja
de cuidar su rebaño encontrará a los lobos haciéndolo por él. Una caridad mal
entendida que permite que los lobos destruyan el rebaño no es caridad en
absoluto, sino indiferencia, y debería ser llamada por su nombre y tratada en
consecuencia.
Es hora de que los
cristianos creyentes en la Biblia comiencen a cultivar las gracias sobrias y
que vivan entre los hombres como hijos de Dios y herederos de las edades. Y
esto demandará más que un poco de acción porque todo el mundo y una gran parte
de la iglesia están lanzados a impedirlo. Pero si Dios es por nosotros, ¿quién
contra nosotros?
LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS
En los capítulos
2 y 7 del libro de Daniel, tenemos las visiones de los imperios mundiales que
habrían de tener supremacía en los destinos de las naciones que el profeta
Daniel interpretó para Nabucodonosor y Belsasar, reyes de Babilonia. En el
capítulo 2 está la visión de la gran imagen, de cómo los hombres ven su
civilización con todo su poder y gloria y en el capítulo 7 con las 4 bestias
salvajes diferentes, hablando de la ferocidad y capacidad de estos imperios,
de cómo Dios los ve. Recordemos que dicha visión empezaba con la cabeza de oro
de la estatua que era Nabucodonosor y su imperio Babilonia, seguía con los pechos
y brazos de plata, hablando del imperio de los Medos y Persas, continuaba con
su vientre y sus muslos de' bronce, del imperio greco-macedónico de Alejandro
Magno, proseguía con las dos piernas de hierro del Imperio Romano, con sus dos
divisiones en los antiguos imperios de Occidente y Oriente con sus capitales
Roma y Constantinopla y remataba en un reino de 10 dedos de los pies donde
estaba mezclado el hierro y el barro.
Si me
preguntaran dónde estamos ahora, en el curso de los imperios mundiales, diría
sin lugar a dudas en los 10 dedos de los pies de la imagen, que con la entrada
de Grecia en el Mercado Común Europeo, han completado los 10 reinos de que la
Palabra de Dios nos habla. El hierro habla de imperialismo/capitalismo, el
barro de socialismo o los derechos del pueblo. Están mezclados como vemos en
Europa en el día de hoy con gobiernos capitalistas como Gran Bretaña o
socialistas como Francia o Alemania Occidental. Aunque estos 10 reinos no son
la formación final, porque España y Portugal están pugnando de poner sus
economías en orden para poder entrar en el Mercado Común Europeo probablemente
durante el año 1985 y Gran Bretaña demanda una distribución más equitativa
del financiamiento de la comunidad, ya que ella y Alemania Occidental son las
únicas dos naciones del grupo que aportan a la comunidad más de lo que recibe
de la misma. Con los subsidios agrícolas la comunidad pierde 40 millones de
dólares diarios que representa el 60 o/o del presupuesto y que está llevando al
Mercado Común Europeo al borde de la bancarrota. Estos problemas económicos
preparan el camino para la unificación política del Mercado Común Europeo en
una sola nación, con un dictador que regirá los destinos de dicho mercado
(Apocalipsis 17:12 y 13). Ya se vislumbra esta unificación política en la formación
del Parlamento Europeo con sus 410 miembros elegidos de las 10 naciones, que se
sientan en Bruselas, no por nación sino agrupados por ideología política.
El dictador
mundial del Mercado Común Europeo sin embargo no puede surgir, aunque ya vive
en el mundo, mientras la iglesia de Jesucristo esté en el planeta Tierra.
2 Tesalonicenses
2:6 nos dice que hay alguien que lo detiene. ¿Quién es este alguien? No es otro
que el Espíritu Santo que mora en cada creyente. Al irse el Espíritu Santo con
la Iglesia en el rapto se quitará el que lo detiene. Esta toma del poder por
parte del dictador mundial empezará con la ocupación de tres reyes o reinos
por la fuerza ("a tres reyes derribará". Daniel 7:24) y luego las
otras 7 se le unirán en una sola nación. Que el Señor nos ayude a tener nuestros
ojos espirituales bien abiertos para discernir las señales de los tiempos,
porque el esposo vendrá a la hora que no pensáis a buscar a su esposa. La
Iglesia. El Apocalipsis termina con "Ciertamente vengo en breve. Amén,
sí, ven Señor Jesús (Apocalipsis 22: 20). Que así sea. Amén.
EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS
¿Estamos aturdidos, desanimados, atemorizados por lo que vemos acontecer
en el mundo actualmente?
No debemos estar asombrados ni asustados, menos todavía sorprendidos por
los sucesos actuales. Hace mucho tiempo que la palabra profética ha pre- dicho
el conflicto final en la consumación de los siglos, y a juzgar por las apariencias,
hoy por hoy lo tenemos a la puerta.
Leed de nuevo con lentitud, con atención y oración, las palabras que son
una descripción de nuestros días:
LA PALABRA PROFETICA
"Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las
estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la
mar y de las ondas; secándose los hombres a causa del temor y expectación de
las cosas que sobrevendrán a la redondez de la tierra; porque las virtudes de
los cielos serán conmovidas''. (Lucas 21:25,26). '
"Y oiréis guerras y rumores de guerras: mirad que no os turbéis;
porque es menester que todo esto acontezca; mas aun no es el fin. Porque se
levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestilencia, y
hambres y terremotos por los lugares". (Mateo 24; 6, 7).
¡Angustia de naciones... confusión... la turbulencia de las masas a
semejanza del estruendo de la mar... temor... guerras y rumores de guerras!
Debemos agregar a estos factores temibles en las relaciones humanas, un cumplimiento
más de las profecías: la apostasía — el apartarse de la fe, teniendo esto por
consecuencia la propensión de parte de los hombres de creer toda suerte de
falsedades.
"No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga
antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora;
tanto que se asienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios.
Porque ya está obrando el misterio de la iniquidad: solamente espera hasta que
sea quitado de en medio el que ahora impide; y entonces será manifestado aquel
inicuo al cual el Señor matará con el espíritu de boca, y destruirá con el
resplandor de su venida; a aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación
de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, y con todo
engaño de iniquidad en los que perecen, por cuanto no recibieron el amor a la
verdad para ser salvo. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para
que crean la mentira". (2º Tes. 2: 3-11).
FUERZAS OCULTAS
Repito: angustia de naciones, confusión, temor, las multitudes convulsionadas,
guerra y rumores de guerras; todas estas condiciones terrenales se relacionan
con el conflicto espiritual de los cielos.
El Señor Jesús dijo claramente: "Porque las virtudes de los cielos
serán conmovidas". El capítulo 12 de Apocalipsis nos da un vistazo de ese
conflicto venidero, dándonos esta terrible advertencia: "¡Ay de los
moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros,
sabiendo que tiene poco tiempo".
El capítulo 16 de Apocalipsis, versículos 13-14, nos abre aun más el
telón para que veamos lo que está detrás de los acontecimientos terrenales.
Vemos las grandes fuerzas demoníacas sueltas para participar en este gran
conflicto de los siglos. Se trata de una visión que debe hacernos meditar
seriamente y llevarnos, a la vez, a humillamos delante de Dios:
"Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de
la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; porque
son espíritus de demonios, que hacen señales, para ir a los reyes de la tierra
y de todo el mundo, para congregarlos para la batalla de aquel gran día"
del Dios Todopoderoso".
El presente cuadro mundial es aterrador; pero el Hijo de Dios no debe
hallar en ello motivo de desesperación. Más allá de la oscuridad sombría brilla
la luz de día nuevo; el día de la aparición de Cristo resplandece con mayor
claridad y hermosura. A la luz de la palabra de Dios entendemos que la característica
de de cada época ha sido, a la larga, la rebelión y temeridad que han hecho
necesario el juicio de Dios.
JUICIOS CUMPLIDOS
La primera civilización terrenal fue tan corrompida que el único remedio
apropiado fue el diluvio. La prolongada y desenfrenada idolatría de los
israelitas los llevó finalmente al cautiverio en Asiría y Babilonia. ¿Se
arrepintieron los contemporáneos de Jeremías al encontrarse rodeados de los
ejércitos caldeos? ¿Comprendieron que se trataba del juicio de Dios? No se
arrepintieron; más bien, blasfemaron de Dios y persiguieron a sus fieles
siervos. ¿Se arrepintió la generación de judíos después de la muerte y
resurrección de Jesucristo, generación descrita por el historiador Josefo, al
encontrar a Jerusalén rodeado de los invencibles soldados romanos? No se
arrepintieron; más bien pelearon entre sí los defensores de la ciudad, entre
tanto que el enemigo los amenazaba cada día más y, por fin, los venció.
¿Comprende nuestra generación los días que vivimos? Yo creo que no. Algunos
están confundidos; algunos asustados; muchos están totalmente indiferentes; y
la gran mayoría se deja llevar, víctima de la gran marea de la lucha de clases,
de razas y de naciones. Es sumamente extraño que en una generación que vive
tan cerca del abismo de la destrucción no haya una reacción de horror y un
retorno al Dios de infinita gracia y misericordia; pero, por no querer recibir
el amor a la verdad, están dispuestos a creer toda suerte de mentiras.
LUZ EN LAS TINIEBLAS
Con todo, el cuadro no está del todo oscuro. En medio de la decadencia
de cada siglo siempre ha habido un núcleo piadoso que ha servido a Dios
visiblemente, cuales luces en la oscuridad amenazante. Noé y su familia
fueron pocos en número, pero fueron conocidos de Dios. Asimismo fueron escasos
en número Jeremías y sus compañeros, mas la bendición de Jehová descansaba
sobre ellos con poder y protección. Los cristianos de la iglesia apostólica
dieron testimonio fiel y claro, entre tanto que el juicio divino se cernía
sobre Jerusalén en capital. Así debe ser nuestro servicio para Dios también, en
estos días, mientras el conflicto de los siglos ruge cada vez más alarmante en
nuestro alrededor.
LO QUE NOS INCUMBE
Isaías, el profeta evangelista del Antiguo Testamento, hizo una descripción
llamativa de la condición en que se encuentra el núcleo piadoso en cualquiera
época: "Si Jehová de los ejércitos no hubiera hecho que no quedasen muy
cortos residuos, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra. Lavad,
limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de ante mis ojos; dejad de
hacer lo malo; aprended a hacer bien; buscad juicio, restituid al agraviado,
oíd en derecho al huérfano, amad a la viuda. Venid luego, dirá Jehová, y estemos
a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos:
si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". (Isaías
1:9, 16-18).
El profeta Daniel agrega una palabra más que parece tener una
aplicación especial y peculiar para nuestros días: "Mas el pueblo que
conoce a su Dios, se esforzará, y hará". (Dan. 11:32).
Es éste el día para los que conocen a Dios; para los que tienen la fe
salvadora en Cristo Jesús; los que se han entregado a El y su causa, sin
reserva, a fin de ser fuertes y de poder hacer proezas para el Señor en esta
época de sombras y oscuridad. Es indispensable que seamos fuertes en el Señor
y en el poder de su grandeza y que seamos activos para su causa. Para lograr
esto es preciso que tengamos una convicción inconmovible con respecto a lo que
creemos y que llevemos una comunión íntima con El, en quien creemos.
Sendas de Luz, Junio-Julio 1975
Ocúpate en la lectura
“Entre tanto que voy, ocúpate en
la lectura, la exhortación y la
enseñanza” (1 Timoteo 4:13).
Esta exhortación, a través de la cual el apóstol Pablo
invitaba a Timoteo a perseverar en la lectura de la Palabra de Dios, es válida
para los creyentes de todos los tiempos.
Para que esta lectura sea provechosa se requiere método,
energía y perseverancia. No hay nada más importante para el desarrollo
espiritual del creyente. La asistencia a las reuniones cristianas no sustituye
este estudio personal; cada creyente debe recoger diariamente su maná (Éxodo
16:16).
Toda lectura de la Palabra debe ir acompañada de la
oración. Antes de abrir las Sagradas Escrituras debemos orar pidiendo a Dios
que a través del Espíritu Santo nos revele su Pensamiento y nos dé un corazón
atento y obediente. Efectivamente, Dios se revela a nuestro espíritu por medio
de la Palabra en la medida en que Le obedecemos (Salmo 19:11; Lucas 11:28;
Santiago 1:22 y 25). Después de cerrar nuestra Biblia, seguramente tendremos
muchas cosas que exponer al Señor, de rodillas, según el Espíritu Santo nos
guíe.
Debemos distinguir entre la lectura individual o personal
y la lectura en común, las cuales responden a diferentes necesidades.
La lectura individual es para nuestra edificación personal: enseñanza, advertencia y
consuelo (Romanos 15:4). A solas con Dios escuchamos su voz y dejamos que sus
palabras penetren hasta lo más profundo de nuestro ser (Hebreos 4:12). Este
encuentro debería tener lugar preferiblemente en las primeras horas del día
(Proverbios 6:22); así recibiremos fuerza, luz y estímulo para las tareas
diarias. En lo concerniente a la porción que debemos leer, podemos seguir un
plan de lectura (por ejemplo, los 6 tomos de «Cada día las Escrituras») o pedir
al Señor que nos muestre qué libro de la Palabra nos conviene leer secuencialmente.
Debemos consagrar más o menos media hora cada mañana a esta meditación; éste
será nuestro «desayuno espiritual». También se puede leer el capítulo o un
fragmento del mismo que se cita en la hoja diaria del calendario
«La Buena Semilla». Este método sólo lo aconsejamos si diariamente
tomamos también «el alimento espiritual nocturno», de otra manera nuestro
conocimiento de la Palabra podría quedarse corto.
Además de esta lectura consecutiva de la Palabra de Dios,
no olvidemos el estudio metódico, ya sea libro por libro o de un tema en
particular, por ejemplo el de la venida del Señor, la vida de un hombre de
Dios, etc. El estudio puede hacerse acompañado de un comentario sobre lo que
estemos leyendo. También es conveniente la ayuda de una concordancia, tomar notas
en un cuaderno, en fichas o en la misma Biblia, subrayando los pasajes que nos
parezcan particularmente importantes; éste será nuestro «alimento espiritual
nocturno».
Procuremos también memorizar el mayor número posible de
versículos fundamentales con sus citas (véase Salmo 119:11; Colosenses 3:16),
para que el Señor no tenga que dirigirnos el triple reproche de Marcos 8:18.
Un método interesante podría ser el de anotar estos
pasajes en un cuaderno, agrupándolos por temas, a medida que vayamos
descubriéndolos (dejando 3 ó 4 páginas para cada tema; numerar las hojas y
hacer un índice de materias). Conviene repetirlos a menudo, por ejemplo en las
horas libres, en el autobús, haciendo cola, de viaje y siempre que tengamos un
momento disponible. La repetición constante es la clave de una memoria fiel.
La lectura en común tiene lugar principalmente en familia. No debemos descuidarla; si
tenemos niños, leamos preferiblemente un libro de la Palabra en lugar de
pasajes o capítulos aislados. Es bueno que previamente uno mismo estudie el
texto del día para poder exponer claramente el pensamiento fundamental de la
porción; se deben evitar los comentarios largos; es útil invitar al auditorio
para que participe en el coloquio; se puede terminar con un cántico y una oración,
si es posible arrodillados.
En cuanto a las reuniones de estudio, es necesario
que cada uno se prepare, aunque no esté llamado a presentar la Palabra. Que los
hermanos más jóvenes no vacilen en hacer preguntas; a menudo una pregunta,
aunque parezca fuera de tiempo, puede dar lugar a enseñanzas muy útiles para la
asamblea.
Los folletos de edificación, revistas, biografías de
hombres de Dios y libros de estudios bíblicos deben tener lugar en nuestras
lecturas. Usaremos estos complementos de acuerdo con el tiempo del cual disponemos
y procurando que no nos quiten el tiempo que deseamos dedicar a la lectura de
la Palabra. Puede que esto nos lleve a dejar de lado las lecturas profanas no
obligatorias, incluidos los periódicos y las revistas, los que, además de
distraernos de nuestro objetivo, podrían perjudicarnos. En lo concerniente a la
elección de publicaciones cristianas, debemos tener discernimiento,
preguntándonos si esta lectura contribuye a que la persona de Cristo se vuelva
más preciosa para nosotros. En caso de duda, se puede pedir consejo a un
hermano de mayor madurez espiritual.
Nuestro cuerpo debe su crecimiento al alimento que le
damos. Dios nos ha dado su Palabra como alimento para nuestro crecimiento
espiritual; en ella encontramos todos los elementos necesarios: la leche
espiritual, la miel, el pan de vida, el agua viva y las viandas. Si descuidamos
este alimento, nuestra alma se debilita, porque “no sólo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Cuanto
más nos alimentemos de ella, más la amaremos. Como David, llegaremos a darnos
cuenta de que la Palabra es mejor que el oro y la plata (Salmo 119:72 y 162;
véase también Jeremías 15:16; 2 Timoteo 3:16-17).
Y ahora, ¡manos a la obra!, acordándonos de la solemne
advertencia de Santiago 4:17: “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es
pecado”.
SAULO DE TARSO
El Primer Viaje Misionero de Pablo
Pablo en Antioquía de Pisidia - Hechos 13:14-52.
San Agustín, uno de los Padres Antiguos, dijo que tenía tres deseos:
quisiera haber visto a Cristo en la carne; haber visto a Roma en toda su
gloria; y haber oído a Pablo predicar. Todos los que gusten oír buenas prédicas
estarían unánimes con el último deseo. Pablo debe haber sido un predicador
maravilloso, no obstante lo que dijo de él un áspero crítico corintio, que «su
cuerpo era débil y su lenguaje despreciable.»
Aquí tenemos el primer discurso registrado de Pablo y es verdaderamente
un discurso maravilloso. Los puntos principales son:
1. Su Método Histórico
El se sumerge en la historia pasada de los hijos de Israel, escogiendo
ciertas verdades pendientes en aquella historia, las cuales eran necesarias
para la idea principal que tenía en su mente para su discurso.
El método histórico era el favorito de los escritores y predicadores
judaicos. Encontramos excelentes ejemplos de este método en el discurso de
Moisés a Israel (Deut. 1:29; Salmo 105); el discurso de Pedro en el día de
Pentecostés; y también en la defensa maestra de Esteban. Es evidente que el uso
de tal método era muy apropiado, pues ellos tenían una historia en la cual se
enorgullecían y con razón - era una historia de hombres cuyas memorias ellos
reverenciaban y cuyas escrituras y dichos atesoraban y leían. Pablo quiere
hablar al pueblo acerca de Cristo y toma el método más fácil para aproximarse a
su sujeto principal.
Después de una rápida revista a la historia de los hijos de Israel, pasa
del Éxodo de Egipto al establecimiento final en el país de Canaán y se refiere
a tales caracteres sobresalientes como Samuel, Saúl y David. Habiendo llegado
por pasos fáciles y naturales a David, sólo resta un paso de David al Señor y
les presenta a "Jesús el Salvador". Pablo no quería hablarles
meramente de la historia pasada del pueblo de Israel o de sus jefes. El quería
hablarles de Cristo, pero tenía demasiado tacto para presentarlo abruptamente
de una manera que ofendiera a los oyentes.
"El que prende almas es sabio," dice el proverbio; se puede incluir
sabiduría en el método de aproximarse, detalle en el cual lamentablemente
fallamos muchos de nosotros. Hay más de una manera para atraer la atención de
los oídos de los hombres y el método adoptado por Pedro para atraer el oído de
Maleo no es recomendado, pero en eso muchos de nosotros somos expertos. Otro
punto digno de ser notado es:
2. Su Nota Evangélica
En los días antiguos se decía que todas las calles o caminos conducían
a Roma. En las predicaciones de Pablo, todos los caminos se dirigían a Cristo.
No le hace donde comenzaba, allí siempre terminaba. El tema principal de todos
sus discursos fue Cristo. Aquí habla de "un Salvador, Jesús." Pablo
conocía solamente un Salvador y su nombre era Jesús: El Señor Jesucristo fue
verdaderamente el Salvador y no hay otro. Según Pablo, Jesús fue
a) El Salvador Prometido (Hechos 13:23)
Este Salvador fue prometido en el momento que entró el pecado al mundo y
todo el Antiguo Testamento está lleno de cuadros, promesas y profecías acerca
de Éste que vendría. "El Viene", era el mensaje prefigurado en los
tipos y contenido de las profecías. Así fue que un día vino, y en la alegría de
sus corazones dijeron los hombres, "El ha llegado y nosotros le hemos hallado."
b) El Salvador Perfecto (verso 28)
Cristo era inocente de todas las acusaciones que se le hicieron. Su juez
dijo, "No hallo causa de muerte en El." El ladrón moribundo dijo,
"Éste ningún mal hizo." Cristo fue verdaderamente "el Cordero de
Dios sin mancha ni arruga," y así fue apto para ser el sacrificio por el
pecado y fue calificado para ser el Salvador de los hombres.
c) El Salvador Pasivo (verso 29)
"Cumplió todo lo que fue dicho de El" es una declaración muy
comprensiva que incluye tales Escrituras como "Horadaron mis manos y mis
pies" (Salmo 22:16); "Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi
ropa echaron suertes" (Salmo 22:18); "En mi sed me dieron a beber
vinagre" (Salmo 69:21).
Estas Escrituras y muchas más fueron cumplidas cuando Cristo murió. El
se sometió voluntariamente a todos los sufrimientos de la cruz, sabiendo que al
hacerlo, estaba agradando la voluntad del Padre y cumpliendo las Escrituras.
Cuando al fin murió, dijo "Consumado es," queriendo decir entre otras
cosas que las Escrituras se estaban cumpliendo: cada tipo, tuvo su propio
cumplimiento y cada profecía su realización exacta.
d) El Salvador Preservado, (verso 30)
Después que los hombres hicieron lo peor al clavar a Cristo en la cruz,
y que sus amigos lo pusieron amorosamente en una tumba donde permaneció tres
días, Dios le resucitó de los muertos. Dios tuvo tanto cuidado del cuerpo de
Cristo en Su muerte como en Su vida, con el resultado que "El no vio
corrupción." El fue Santo en Su vida y puro en Su muerte. La resurrección
de Cristo es una de las verdades cardinales de la Cristiandad; es una verdad
histórica respaldada ampliamente por testigos de confianza y en entera armonía
con las profecías del Antiguo Testamento concerniente al Mesías. Pablo cita en
prueba de ello pasajes de los Salmos 2 y 16 y enseña conclusivamente que estos
pasajes no podían aplicarse a David, quien los escribió.
e) El Salvador Presentada (versos 38-39)
Habiendo de esta manera establecido, mediante una comparación dé la
Verdad con las profecías, que Jesús era el Mesías, Pablo procede a proclamar un
perdón libre y una total justificación para todo aquel que cree en el Señor
Jesucristo. Este discurso no es solamente histórico en su método y evangélico
en su tono, sino es también
3. Doctrinal en su Resumen.
Enseña que la justificación es:
a) Por fe;
b) No por obras;
c) Es ofrecida a todos
Este es meramente un resumen condensado de las enseñanzas de romanos y
Gálatas en el importante tema de la justificación. El resultado del discurso:
Produjo un gran fermento en la ciudad. A petición de los Gentiles la prédica se
repitió el siguiente sábado, cuando sucedió un espectáculo extraño: Casi toda
la ciudad se congregó para oír el mensaje de salvación y muchos de los judíos y
prosélitos y gentiles aceptaron la fe. Pero pronto se vio una reacción violenta
de los judíos, quienes aunque no rehusaron a oír el Evangelio ellos mismos, no
toleraban que fuera ofrecido a los gentiles en igual término.
Por lo consiguiente, tan pronto como vieron a los gentiles con el deseo
de oír la Palabra de Dios, se llenaron de envidia y determinaron oponerse a
los apóstoles, blasfemando aún el nombre de Jesús. Tenemos aquí el primer
ejemplo de la hostilidad de los judíos hacia la predicación del Evangelio a los
gentiles - una hostilidad que se presenta a cada paso en la historia
subsiguiente de Pablo y que lo exponía a persecuciones aún más severas que las
que recibió de los paganos. Sin intimidarse par las fieras persecuciones, los
apóstoles valerosamente declararon que, como era manifiesto que los judíos
habían detenido el evangelio de los gentiles, ellos, los apóstoles, en
obediencia al mandamiento de Dios dado en lenguaje claro en el Antiguo
Testamento (Isa. 49:6), se sentían tener derecho de ofrecer a los gentiles las
buenas nuevas, las cuales eran para todo el pueblo (Lucas 2:10).
Esta declaración causó grande gozo entre los gentiles, muchos de los
cuales creyeron y el evangelio fue predicado en todo el distrito. Este éxito
sólo servía para aumentar la hostilidad de los judíos, quienes, habiendo
convencido a algunos de los ciudadanos, promovieron una persecución contra
Pablo y Bernabé, obligándolos a salir del país. En obediencia al mandamiento de
Cristo (Mt. 10:14), después de haber sacudido el polvo de sus pies contra
ellos, los apóstoles dejaron Antioquía y pasaron a Iconio.
El último verso de Hechos 13 es digno de ser notado: "Y los discípulos
estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo." En vez de estar desconsolados
y desalentados por lo que había tomado lugar, y en vez de lamentar la ida de
los siervos del Señor, los discípulos encontraron gozo en la continua presencia
del Espíritu Santo entre ellos. Los siervos del Señor tendrían tal vez que
dejarlos, pero el Espíritu Santo permanece.
Verdades Bíblicas 1975, Nº 309-310
El decaimiento espiritual
“¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” (Sal. 85:6).
Un estado
de decaimiento es a menudo como un cáncer; no sabemos que lo tenemos. Podemos
enfriarnos espiritualmente de forma tan gradual que no nos damos cuenta lo
carnales que hemos llegado a ser. Algunas veces se necesita una tragedia, una
crisis o la voz de algún profeta de Dios para comprender nuestra desesperada
necesidad. Sólo entonces podemos reclamar la promesa de Dios: “Derramaré
aguas sobre el sequedal y ríos sobre la tierra árida” (Is. 44:3).
Necesito un avivamiento
cuando he perdido mi entusiasmo por la Palabra de Dios, cuando mi vida de
oración ha caído en una insulsa rutina (o cesado por completo), cuando he
dejado mi primer amor. Necesito un nuevo toque de Dios cuando tengo más interés
en los programas de televisión que en la reunión de la asamblea local, cuando
llego a tiempo al trabajo pero tarde a las reuniones, cuando no falto en mi trabajo
pero mi asistencia a la asamblea es irregular. Necesito avivamiento cuando
estoy dispuesto a hacer por el dinero lo que no estoy dispuesto a hacer por el
Salvador, cuando gasto más dinero en auto complacerme que en la obra del
Señor.
Necesitamos avivamiento cuando guardamos rencores,
resentimiento y amargura. Cuando somos culpables de chismorrear y murmurar, y
recibimos como dulces las palabras chismosas. Cuando no estamos dispuestos a
confesar nuestros errores o a perdonar a otros cuando nos confiesan sus faltas.
Necesitamos ser avivados cuando peleamos como perros y gatos en casa, y luego
aparecemos en la reunión de la iglesia con una “fachada espiritual” como
si fuéramos dulzura y luz. Necesitamos ser avivados cuando nos hemos conformado
al mundo en nuestro hablar, nuestro caminar y todo nuestro estilo de vida.
¡Cuán grande es nuestra necesidad cuando somos culpables de los pecados de
Sodoma, soberbia, saciedad de pan y abundancia de ociosidad! (Ez. 16:49).
Tan pronto como nos
damos cuenta de nuestra frialdad y esterilidad, podemos reclamar la promesa de
2 Crónicas 7:14, “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es
invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos
caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré
su tierra”. ¡La confesión es el camino que lleva al avivamiento!
Oh Espíritu Santo, el avivamiento viene de
Ti;
Envía un avivamiento, comienza la obra en mí.
Tu palabra declara que suplirás la
necesidad.
Tus bendiciones ahora, imploro con humildad.
–
J. Edwin Orr
Tomado de libro De Día En Día
La Vida Digna Del Evangelio
Solamente
que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un
mismo espíritu, combatiendo unánimes por
la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de
perdición, mas para vosotros de
salvación; y esto de Dios. Porque a
vosotros os es concedido a causa de Cristo,
no sólo que creáis en él, sino
también que padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto que habéis visto en
mí, y ahora oís que hay en mí.
(Filipenses 1:27-30 RV 1909)
El apóstol había enfrentado un dilema; por un lado, el mayor afán de su
vida consistía en conocer y servir mejor a Cristo; por el otro, el morir sería
ganancia porque le introduciría en una esfera de más amplios horizontes y
oportunidades. El problema de saber cual de los dos elegir le había metido en
cierta perplejidad e incertidumbre. Por fin, había llegado a la conclusión que
probablemente aun no había llegado la hora de desarmar su carpa o levar su
ancla, para partir a estar con Cristo; sino que era necesario quedar en el
cuerpo todavía, permanecer en su puesto, manteniendo su testimonio por la causa
del evangelio y sobrellevando la carga de las muchas iglesias que dependían
de su cuidado paternal. Para él sería infinitamente mejor ir a estar con
Cristo, pero, comprendió que, para el bien de la obra que lo necesitaba, debía
quedar con sus hermanos como compañero y ayudador, para estimular su progreso
en el conocimiento de Dios y aumentar su gozo en él.
Por lo tanto él estaba seguro que iba a volver a Filipos, y ya le
parecía oír el gozo de los creyentes filipenses en el muelle de Neápolis que
anhelosos habrían bajado para darle la bienvenida en su llegada al puerto.
Para que aquella hora gozosa fuere sin sombra, sin nada que pudiere estorbar
su mutua alegría, él les exhorta ahora que su "conversación" (manera
de vivir) sea digna del evangelio de Cristo, de modo que, fuere él a verlos o
quedarse detenido en otra parte, reciba siempre noticias buenas acerca de su
constancia, unanimidad, denuedo y valor en sufrir.
A)
La palabra "conversación" es la traducción
de una palabra griega de la cual tenemos derivados los términos
"policía", "política", etc., y que atañe a lo de la ciudad
y a la vida ciudadana. El apóstol se refiere a los filipenses como
"ciudadanos", primero de Roma, pero más bien de la Jerusalén Celestial,
según dice más adelante en la epístola: "Nuestra conversación (ciudadanía,
V. M), es en los cielos" (Cap. 3:20). ¿No es esto verdad en cuanto a todos
nosotros? Podemos estar orgullosos de nuestra ciudadanía terrenal, pero más
debemos gloriarnos pensando que somos súbditos de un Soberano sublime en los
cielos, que prestamos obediencia a leyes celestiales. Nosotros como los
patriarcas deseamos "la patria mejor, es a saber, la celestial," y
creemos que Dios nos ha "aparejado una ciudad" (Heb. 11:16). Confesamos
que "somos peregrinos y advenedizos sobre la tierra", pues acogemos
desde lejos la Ciudad celestial, la patria de los elegidos de Dios. (Heb.
11:13, 16).
Esta
palabra "conversación" con el uso adquirió un significado más amplio
que el de ciudadanía y vino a llevar la idea de la conducta o manera de vivir
que corresponde a todos los que por fe han llegado a ser hijos (ciudadanos) de
la Jerusalén espiritual. Debemos vivir de una manera condigna con nuestra alta
vocación y profesión cristianas.
B) "Que estéis firmes". Es
relativamente fácil remontar el vuelo como águilas, correr sin fatigarse, y aún
caminar sin desmayar, pero lo más difícil es quedar firmes. No retroceder, no
ceder a la presión de las circunstancias, no acobardarse ante el enemigo, sino
mantenerse en pie con toda calma, resolución y firmeza. Esta nota resuena por
todos los escritos de Pablo. "Que podáis resistir en el día malo, y estar
firmes, habiendo acabado todo", y reitera "Estad pues firmes"
(Efes. 6:13,14.) Y otra vez en esta epístola le escuchamos exhortando a sus
hermanos "Estad firmes en el Señor" (Cap. 4:1). Es evidente que él
juzgaba la firmeza como de suprema importancia en la composición del carácter
cristiano.
Es
bueno empezar, pero mejor es perseverar constante hasta el fin. Vale mucho la
bravura del joven soldado que bien equipado sale a la batalla con las armas
relucientes en la luz del día naciente, pero vale más si al atardecer se le encuentra
todavía en la primera línea de defensa resistiendo siempre el continuado
ataque del enemigo. De Daniel se nos dice que "continuó" (Dan.
1:21), y es su mejor recomendación que durante muchos años nunca faltó en su
lealtad a Dios ni cejó su fiel desempeño de las altas funciones a su cargo.
Los hombres que quedan firmes en su fidelidad a la verdad, en el cumplimiento
de su deber, en su tenencia del puesto que Dios en su providencia les ha
encargado, son los que dejan más profunda mella en la vida contemporánea. Lo
que el mundo necesita no es el momentáneo fulgor del meteoro pasajero, sino el
constante relucir de la estrella permanente. No importa que la recia tormenta
te azote la cara, tratando de desalojarte de tu lugar, o que te parezca que te
han olvidado en tu solitario puesto de responsabilidad; siempre permanece firme:
puede ser que sobre tu tenaz resistencia gire toda la situación, y que el
éxito de la campaña dependa de tu firmeza en mantenerte sin vacilar. Si el
Maestro te ha colocado como luz en el escalón de un sótano obscuro, no
abandones nunca ese puesto por ser desagradable o solitario o de poca utilidad
aparente. Ser hallado cumpliendo fielmente tu deber en el momento inesperado
cuando las pisadas del Maestro se oyeren aproximarse, te será recompensa
suficiente por los muchos años de paciente esperar.
C) "En un mismo espíritu, unánimes, combatiendo juntamente por la fe
del evangelio" (v.27). Aquí el apóstol toma la idea de los juegos antiguos
en que ciertos competidores luchaban todos juntos contra los de otra ciudad o
nación. Nos fortalecemos unos a otros cuando nos colocamos hombro a hombro
para pelear unidos. Los regimientos de hombres reclutados del mismo pueblo o
provincia son los que mejores se desempeñan en el frente de la batalla. Hay
que tomar toda precaución que no surjan ningunas envidias ni desacuerdos, pues
éstas más que nada, producen la desunión que lleva irremisiblemente a la
derrota completa
Para citar la comparación
hecha por el Señor Jesús; las familias unidas influyen con fuerza irresistible,
pero la casa dividida no puede permanecer en pie. Así es en las alianzas,
ligas, y partidos de la política humana; así es con el ejército, o en la
administración de los asuntos del estado. Tan pronto se infiltren sospechas,
celos, envidias; tan pronto los hombres se permitan activar por un espíritu
faccioso o la intriga, al obrar los partidos en sus propios intereses y no para
el común bien, ya empieza la parálisis, el fracaso.
En la vida de la iglesia, no
obstante, es necesario que cada uno conserve su individualidad. Cada piedra en
los fundamentos de la Nueva Jerusalén debe despedir su propio destello de luz;
cada estrella relucir con su propia gloria; cada rayo de luz en el espectro
solar tiene que mantener su propio color para poder producir en conjunto la
pura luz blanca. Así la gloria de la vida colectiva de la iglesia consiste en
la actuación y la intervención de los diferentes temperamentos, gustos y caracteres
de los miembros. En medio de toda la diversidad puede haber verdadera unidad,
como muchas notas distintas se combinan para producir una magnífica armonía.
Así la multitud de "Medos, Partos, Elamitas, Mesopotamianos, Cretenses y
Árabes"— Judíos y Gentiles — se une en una sola iglesia de la cual se
puede decir "todos los que creían estaban juntos... perseverando unánime
cada día en el templo" (Hechos 2:44, 46). En todas nuestras actuaciones
como miembros de distintas asambleas debemos amarnos sobre la base de las
verdades fundamentales, y no permitir disensiones o distanciamientos por causa
de detalles insignificantes en que podamos disentir.
D) "En nada intimidados de los que se oponen, que a ellos ciertamente
es indicio de perdición, mas a vosotros de salud, y esto de Dios" (V. 28).
La oposición incluía la malignidad enconada de los judíos que continuamente
hostigaban al apóstol y procuraban destruir su obra, y el cruel odio de los
gentiles, demostrando en los azotes y el encarcelamiento a que fueren sometidos
Pablo y Silas diez años antes. La palabra original traducida "intimidados"
sugiere el proceder de un caballo asustado que salta o corre locamente, y así
expresa el espanto o pánico ciego de uno que no quiere encarar el enemigo creyéndolo
invencible.
Ciertamente
nuestros adversarios se jactan mucho pero, en efecto, poco consiguen. Se acercan
a nosotros como Goliat a David, con terribles amenazas de lo que están
aparejando para arruinarnos, pero cuando se dan cuenta que no cederemos por
nada, pronto retroceden como lo hacen las olas de la mar. Parece a veces que
aquel imponente océano habrá de prevalecer al echar sus gigantescas olas sobre
la playa, pero en un momento se acaba toda su furia cuando el agua se retira dejando
sólo una masa de espuma. Así fue con la Armada Invencible española dirigida por
el odio católico contra la protestante reina Isabel de Inglaterra. "He
aquí los reyes de la tierra se reunieron; pasaron todos. Y viéndola ellos así,
maravilláronse, se turbaron, diéronse prisa a huir. Tomóles allí temblor... con
viento solano quiebras tú las naves de Tarsis". (Salmo 48:4-7).
Al
siervo de Dios le corresponde mostrar valor impávido, tal cual iluminó los
rostros de los tres compañeros denodados que se negaron a postrarse delante de
la estatua del rey; Daniel 3:18, tal cual inspiró a los apóstoles cuando
advirtieron al Sanedrín su obligación de obedecer a Dios antes que a los
hombres; tal cual fulguró en la actitud intransigente de Lutero contra el
papado; tal cual se desplegó en las palabras de Latimer a su compañero de
martirio Ridley — "Sé de buen ánimo hermano y pórtate varonilmente, pues
hoy por la gracia de Dios prenderemos en Inglaterra una luz que espero jamás
se apagará" — palabras que evidencian alta valentía que nunca deja de
animar a los fieles mártires de Jesús. Imposible es para la naturaleza humana,
sí, pero por la fe podemos cobrar valor de Aquél que no sólo es el
"Cordero como inmolado", pero también "el León de la tribu de
Judá" (Apoc. 5:5.6).
E) "A vosotros es concedido por
Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él: teniendo
el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís estar en mí" (vs.
29,30). ¡Cuán grande estímulo habrán aportado estas palabras a los creyentes
filipenses! Comprendieron así que el apóstol los consideraba como compañeros
de milicia en la misma guerra en que él por tantos años estaba empeñado. La
firmeza y el triunfo de ellos en Filipos le animaría a él ahora a mantenerse
firme, igual como su heroica resistencia en Roma infundía aliento y valor en
esos hermanos de la colonia allende la mar. Él y ellos eran compañeros,
combatientes juntos bajo las órdenes del mismo amado Jefe que dirigía toda la
batalla.
El mismo pensamiento expresa
el Señor Jesús cuando dijo a los setenta que regresaban gozosos de haber
echado algunos demonios, "Yo veía a Satanás, como un rayo que caía del
cielo" (Lucas 10:18). Les animó recordándoles que las victorias de ellos
eran suyas también, y así hace con todos nosotros. Aquel muchacho en el dormitorio
del colegio a quien los condiscípulos le tiran los zapatos porque él se pone a
orar al lado de su cama; aquella joven en la fábrica que se acarrea los motes
y las burlas de sus compañeras de trabajo porque lee su Nuevo Testamento en la
hora de refacción; aquel obrero que sobrelleva el desprecio y escarnio de sus
compañeros que le esconden las herramientas y le burlan porque él ha osado
reprender sus conversaciones sucias y blasfemas — todos ellos tienen parte en
aquel mismo conflicto que siempre está trabado entre el cielo y el infierno.
Sabemos que en
este conflicto el sufrimiento es inevitable pero entendemos que el sufrir por
amor de Cristo es un honor: "Os es concedido por Cristo". A algunos
les confiere dinero; a otros, erudición; a otros dones de elocuencia; mas a algunos
(que bien pueden llamarse el círculo más íntimo) les otorga el privilegio de
sufrir por él. Acepta, hermano, tu sufrimiento como un obsequio precioso de la
mano de él y no temas creer que en todo y por todo tú estás cumpliendo "lo
que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia"
(Col. 1:24). Así estás siendo admitido en el Getsemaní para velar con él, tu
participación en su sufrimiento es preciada por él, e indudablemente ayudará en
alguna manera para apresurar el advenimiento de su Reino.
Contendor Por la Fe, N. 49-50, 1966
La venida del señor
Introducción
¿Sabes que el Señor Jesucristo está a punto de volver; que Su regreso es
inminente? Muchas personas se preocupan por este hecho tan importante, y están
persuadidas de que algo grave debe acontecer pronto; aunque los burladores y
escarnecedores de los últimos tiempos repitan: "¿Dónde está la promesa de
su advenimiento [venida]? Porque desde el día en que los padres durmieron,
todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación" (2
Pedro 3:4), y aunque el siervo malo diga: —"Mi Señor tarda en venir"
(Mateo 24:48). Sin embargo, "El que ha de venir vendrá, y no tardará"
(Hebreos 10:37). "Por tanto, vosotros estad preparados; porque el Hijo del
Hombre vendrá a la hora que no pensáis" (Mateo 24:44).
Estamos seguros de que existe, entre los que son del Señor, una
creciente convicción — basada en la Palabra de Dios — de que Cristo volverá pronto
para arrebatar a su querida Esposa, o sea, para llevarse a todas las personas
redimidas por Su preciosa sangre e introducirla en la "casa del
Padre" donde hay muchas moradas.
Cristo volverá— y ¿por que?
Tiempo hubo en
que la venida del Mesías como "Varón de dolores" era todavía una
profecía sin cumplir. Tras aquel vaticinio [profecía], las generaciones se
sucedieron unas a otras; se levantaron imperios y fueron derribados; el reino
de Israel (las diez tribus) y más tarde el de Judá fue destruido mientras que
sus habitantes eran dispersados o llevados en cautiverio. Sólo un residuo, unos
pocos miembros de la tribu de Judá volvieron de Babilonia; pero el Mesías
prometido no había aparecido aún.
Cuatro siglos
después, vemos que la gran mayoría de los que regresaron de Babilonia se habían
establecido confortablemente en Jerusalén, olvidándose por completo de aquel
que había de venir. De repente, hubo una creciente agitación en la ciudad: Unos
extranjeros, recién llegados, divulgaban noticia de que el Rey de los judíos —
prometido hacía mucho tiempo — por fin había nacido. Del palacio de Herodes, pasando
por los sacerdotes del templo, la noticia se propagó con rapidez en el pueblo.
Cristo estuvo aquí una vez
Pero, ¿cuál fue el resultado producido por semejante revelación? ¿Un
cántico, o clamor unánime de alabanzas a Dios por cumplir finalmente Su
palabra, enviando al Mesías tanto tiempo esperado? ¿Irradiaba de gozo cada
rostro? ¿Se estremecía de alegría cada corazón? ¡Al contrario! el cuadro que se
nos presenta es muy distinto: "El rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén
con él" (Mateo 2:3). ¿Por qué? Si hubieran conocido algo de las Escrituras
respecto a la venida del Mesías, hubieran entendido el vaticinio del profeta
Isaías: "He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán
en juicio. Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio
contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de
gran peñasco en tierra calurosa" (Isaías 32:1 -2).
Ahora bien, aunque había en la ciudad una multitud de personas que se
consideraban "justas" ante Dios, muchos otros estaban convencidos de
no estar listos para presentarse delante del Mesías, el Justo por excelencia;
por consiguiente, lo que hubiera tenido que llenar el corazón de agradecimiento
y de gozo, sólo era motivo de espanto y de turbación.
Sin embargo,
preparados o no. Cristo había venido; había aparecido, no sólo como el Mesías
de Israel, sino como el "Salvador del mundo", para revelar al Padre.
Lo que aconteció después de este episodio es de sobra conocido: odiado y
despreciado por los mismos que venía a salvar, el Hijo de Dios se encaminó al
Calvario donde, clavado en el vil madero, murió a mano de injustos. Pero al
tercer día resucitó.
Cuando Dios envió a su Hijo a este mundo, cumplió las promesas hechas a
Abraham, Isaac y Jacob. Los judíos por su parte, al condenar a Jesús, cumplieron
las palabras de los profetas acerca de los sufrimientos del Salvador:
"Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a
Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo
[sábados], las cumplieron al condenarle ... Y nosotros" —prosigue el apóstol
Pablo dirigiéndose a los judíos — "también os anunciamos el evangelio de
aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos
de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús..." (Hechos 13:27,32-34).
Poco antes de Su muerte, el Señor — Objeto de las promesas — dejó
también una promesa. Después de que salió el traidor del aposento alto, y
rodeado de Sus discípulos. Cristo les mostró la terrible sombra de la cruz que
iba alargándose sobre ellos. ¡Qué momento más solemne! Imaginemos el dolor
reflejado en el rostro de los discípulos al inclinarse hacia el Maestro amado
para escuchar sus palabras de despedida: —"No se turbe vuestro corazón;
creéis en Dios, creed también en mí" (Juan 14:1). Es como si hubiera
dicho: —"Han creído en Dios sin haberle visto; ahora cuando ya no me vean,
sigan teniendo igual confianza en Mí Dios les hizo una promesa, la anunció por
boca de los profetas y la cumplió fielmente al enviarme. Yo asimismo les hago
una promesa, y tengan confianza en que la cumpliré también".
Cristo prometió volver otra
vez
¿Cuál es,
entonces, esta nueva promesa? Leyendo atentamente el Evangelio según Juan, cap.
14, la hallaremos entre los primeros versículos: "En la casa de mi Padre
muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues a
preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis". No hay el menor motivo para suponer que la venida mencionada por
el Señor en estos versículos alude a la "muerte"; creerlo sería
cometer la peor de las equivocaciones.
Hay esperanza eterna para
todos los que creen en Cristo
Tomemos un ejemplo para ilustrar la diferencia que mide entre estos dos
hechos. Un joven muy enamorado de su esposa se ve en la penosa situación de
dejarla. El tiene que viajar a un país extranjero para conseguir el dinero
suficiente para llevarla consigo. Al separarse de ella, comprende la lucha
interna que ambos tienen para reprimir las lágrimas y la consuela diciéndole:
—Ten confianza, cariñito, ahora tengo que dejarte pero vendré cuando haya
conseguido lo de tu viaje y vendré por ti para llevarte conmigo a la casa que
te voy a preparar... Será muy linda. Ya lo verás.
¿Creen que la joven va a dudar la promesa de su esposo? Pues bien, del
mismo modo, las palabras que el Señor dirigió a sus discípulos desconsolados no
pueden prestarse a equivocación alguna. No dijo: —Ahora voy al cielo, vosotros
moriré!", y después de esto os reuniréis conmigo— sino: "volveré otra
vez, y os tomaré a Mí mismo".
En cuanto a los creyentes que duermen en Cristo, la Escritura dice que
se han ausentado del cuerpo para "estar presentes con el Señor" (2
Corintios 5:8). Pero cuando se trata del regreso del Señor, en vez de
"estar ausentes del cuerpo", o de "ser desnudados" de nuestra
casa terrestre, leemos que seremos "mudados"; y en Filipenses 3:21,
que el Señor Jesucristo "transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya". En un momento, en un
abrir y cerrar de ojos, al sonar la última trompeta, los muertos en Cristo
resucitarán primero, y los que vivimos seremos transformados. Vemos por lo
tanto que la venida o regreso del Señor no debe confundirse con la muerte: es
exactamente lo contrario de ésta. Es la aniquilación o abolición de todo cuanto
la muerte ha hecho — desde que entró en este mundo — en los cuerpos de los que
son hijos de Dios. Será el triunfo definitivo de Cristo sobre la muerte,
victoria que compartirán todos los que somos suyos.
Conclusión del Tema de Teología Propia
En este estudio sobre la Teología propia o del estudio acerca de la Doctrina de Dios a que nos hemos avocado, sólo hemos abarcado unos pocos temas de la misma y en forma muy somera. Es importante que el creyente se dedique a profundizar en estos temas y en los que encuentre en su estudio privado de las escrituras. Este estudio, para el creyente, debe ser constante y ordenado, para que podamos ir aprendiendo sobre nuestro Padre Celestial.
Pablo, en Atenas, había encontrado un altar dedicado al Dios Desconocido y se había dado cuenta que los atenieses eran muy religiosos y no querían que ningún dios estuviese fuera de sus esferas religiosas, de modo que el pueblo pudiese adorarlo. Este Dios desconocido de los atenienses ni tenía una imagen, pero ellos se había hecho del mismo un ídolo. Como cristianos sabemos que «no hay otro Dios más que el que hemos tratado de describir. Los dioses que nosotros fabricamos, ya sean radicalmente diferente de Dios de la Biblia o semejante a Él, son dioses falsos. Incluso buenos cristianos pueden caer en la trampa de tratar de moldear a Dios de acuerdo a su propio pensar o a sus deseos o placeres. El resultado puede ser un dios no muy diferente al Dios de la Biblia, pero sí un dios falso y no verdadero. Nosotros conocemos a Dios no porque podamos iniciar o generar semejante conocimiento, sino porque Él se ha revelado a sí mismo. Por lo tanto, lo que conocemos no procede de nuestras mentes, sino de su propia revelación. ¡Tengamos cuidado de no fabricarnos nuestros propios dioses! (Ryrie) »
Y en función de esto nos plantemos la siguiente pregunta ¿Es desconocido Dios para los creyentes? – para el mundo sí. En muchas ocasiones debemos decir, lamentablemente, que no conocemos a Dios, que no sabemos lo suficiente de Él, que no lo entendemos ni comprendemos. Pero eso porque nuestro conocimiento de Él es extremadamente limitado. Debiendo buscarlo en su Palabra, no lo hacemos; y si lo hacemos, lo hacemos en forma deficiente y sólo por cumplir, y sin prestar la debida atención a lo que en ella dice acerca de Él.
Cuando el enamorado ama su esposa (o la esposa al esposo), intenta conocer hasta el más mínimo detalle de la persona amada. La estudia, la observa; escruta sus emociones. Hace todo para complacerla, agradarle. Le escucha cuando ella quiere hablarle. Entonces, ¿amamos a Dios lo suficiente como para interesarnos aprender de Él?
Nos jactamos de conocer muchas cosas: quien es el cantante de moda, cual es el último grito de moda, y lo vestimos. Podemos saber como funciona la última tecnología y lo aprendemos todo. Incluso, podemos conocer a predicadores o siervos del Señor, que son atrayentes y carismáticos y atraen a personas para el Señor Jesucristo, pero no conocemos a Dios, al Dios que ellos sirven.
Este Dios amor, que a pesar de ser seres depravados, tuvo misericordia de nosotros y nos envió a su Hijo amado para mostrarnos el camino. En este mundo de tinieblas Él es la Luz que alumbra nuestros corazones y elimina las tinieblas, porque en Él no ha tinieblas.
Es de esperar que esta recopilación de textos bíblicos sobre la doctrina de Dios sirva para conocerlo más y mejor, y para que le amemos más y mejor.
Para terminar esta breve conclusión quedaremos con las palabras del profeta Jeremías y que podamos seguir lo que nos transmite este texto: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” (Jeremías 9:24)
Si en algo debemos alabarnos, es que hemos empezado el proceso de entender y comprender a Dios, y que Él es el mismo de ayer, hoy y mañana; y que muestra su misericordia, su juicio y su justicia. Es lo que Él quiere de nosotros: que le conozcamos.
Teología Propia
Dios el Padre.
Introducción.
Como
indica un autor cristiano, si nos piden que escribamos sobre el Señor Jesucristo
con nuestros pensamientos y conocimientos de Él, sin duda llenaríamos páginas y páginas, de hechos
existen cientos de libros no solo en nuestro tiempo, sino desde la antigüedad,
desde los llamados “padres de la
iglesia”. Si nos pidiesen que escribiésemos del Espíritu Santo, tal vez, no
serían cientos de páginas, sino que comenzaríamos a pensar cada cosa que
escribiésemos. Y si nos pidiesen escribir sobre la primera persona de la Trinidad,
del Padre, comenzaríamos a pensar y a pensar seriamente, y surgirían algunas
líneas como Dios, Padre del Señor
Jesucristo, y estas no serían nada en
comparación con las que se han escrito y escribirán sobre el Hijo.
Es
cierto que nuestro conocimiento sobre el
Padre es insuficiente y que su obra es
tan importante como la obra del Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, ya que
debido al Amor que el Padre profesa a la humanidad originó el camino de la
redención (Juan 3:16), sin ello seríamos almas errantes en un mundo lleno de
pecado; en cambio, debido a la obra del Padre disfrutamos de una Salvación y
posición que es eterna.
Este
trabajo no pretende en ningún modo
abarcar todo lo referente a la doctrina acerca del Padre, sino establecer una
introducción del tema, con el fin que cada creyente pueda establecer su propio
estudio personal a medida que estudia las Santas Palabras de Dios, ya que todo
esto está presente en ellas.
Su relación con
la Trinidad
Dios
el Padre es la primera persona de la Trinidad y, si lo vemos jerárquicamente,
es el Primero en la cadena de mando, donde voluntariamente el Hijo y el
Espíritu santo se han subordinado voluntariamente a Él. Esto no quiere decir
que ellos sean inferiores al Creador, sino, como ya aprendimos, son de su misma
sustancia.
Así
como usamos el ejemplo de la jerarquía, debemos entender la filiación entre las tres personas como una forma
“antropomórfica” ideada por Dios mismo
para que de algún modo pudiésemos entender una verdad que en sí es incomprensible
porque es Divina y eterna. Por tanto, es
mi pensamiento personal, que no existe ninguna expresión humana en ningún
idioma para expresar la relación entre las tres personas de la bendita
Trinidad.
Su relación con
Israel.
«La relación íntima entre Jehová
e Israel que debía toda su realidad a la graciosa obra de Dios, está expresada
divinamente por la figura de padre e hijo. En Éxodo 4:22 se dice que Jehová
instruyó a Moisés para decir a Faraón: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” No
hay ninguna indicación de que ellos fueran hijos por la regeneración. Ni eran
por ese tiempo un pueblo redimido, como lo fueron después de salir de Egipto.
Anticipando la preciosa amistad de Dios para con Salomón por amor a David, Dios
dijo a David: “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2 S. 7.14). De
modo semejante, en un esfuerzo para
traer a Dios a los corazones de Su pueblo, el Salmista dice: “Como el padre se
compadece de sus hijos, se compadece Jehová de los que le temen” (Sal. 103:13)» (Chafer).
En la relación del Padre con Israel, adjuntamos una lista
de citas bíblicas que nos ayudaran a entender
esta relación que aun perdura: Deuteronomio 32:6; Isaías 63:16; 64:8;
Jeremías 3:4; 31:9; Oseas 11:1; Malaquías 1:6; Romanos 11:28-29.
Su relación con
la Creación
En el
proceso de conformación de una nación, quienes se esforzaron, lidiaron, conquistaron, organizaron, legislaron y
establecieron una base para crecer, son considerados como los “padres de la
patria”. De ningún modo consideramos que ellos sean padres de todos los
ciudadanos, sino que por ser los primeros, por decirlo de un modo, los
creadores o forjadores de la nación los
constituye como padres de la misma.
En
caso de la Creación, Dios es Padre de todos porque Él es el creador de todo, y
sin Él nada de lo que existe existiría (Génesis 1). Esto no quiere decir que Él
sea el Padre de todos los seres humanos. De ningún modo; sino que debemos entenderlo como que Él es el
creador del Ser humano, del Hombre, que somos criatura suya. Por ejemplo, si
desarrollamos una máquina autónoma, nos constituimos padre de la misma porque
nos pertenece, pero de ningún modo ella es hijo nuestro por filiación. Por
tanto, el Hecho que Dios nos haya creado no constituye a todo hombre como hijo
de Dios. Sólo uno solo es Hijo de Dios: Jesús (cf. Lucas 1:35; 3:23-38; Mateo 4:3-6; 8:29;
14:33: Marcos 1:1; 15:39; Juan 1:34,49; 2º Corintios 1:19; Hebreos 4:14).
Su Filiación con
el Hijo.
Como
dijimos, el Señor Jesucristo es Hijo de Dios, su único Hijo (Juan 1:14; 3:16). Ya
que los testimonios que poseemos corresponden a lo que el mismo Padre expresa de su Hijo: “Este es mi Hijo amado…” (Mateo
3:17; 17:5). Además, en las mismas escrituras se esclarece que el Hijo fue
engendrado por el Padre (Hebreos 1:5).
La expresión de “Padre” fue enseñada
por el Señor Jesucristo (Juan 1:18), ya que manifestaba esa relación particular. Él mismo cuida de enseñar que Dios es Padre de
Él y nuestro. Nunca dice “nuestro Padre” (excepto cuando enseña a orar), sino
“vuestro Padre (Mateo 5.48; 6:15; 7:11; Lucas 12:30).
Cuando el Señor hubo resucitado, sus
palabras fueron de dar ánimo a los discípulos que quedaban en esta tierra para
comenzar el ministerio asignado a ellos. De hecho, para enfatizar que no había
diferencias entre ellos en relación con su Padre, dice: “…Subo a mi Padre y a
vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios (Juan 20:17). Podríamos expresar este versículo como “subo a mi Padre, que
es también el vuestro” (Francisco Lacueva).
Padre de los
Creyentes
Del modo
que Dios el Padre es Padre del Señor Jesucristo (Gálatas 3.26), la obra
redentora del Señor nos permitió constituirnos en Hijos para todos los que
creyesen en Él, es decir, que han nacido de nuevo, de Dios, por medio del
Espíritu Santo. Por lo cual el término de Padre adquiere una característica personal
para todos los que hay creído en el Señor.
El hecho de ser Hijos de Dios no implica una transmisión de
características divinas sino de una conducta divina, siendo el Señor quien recomienda “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto (Mateo 5:48).
El adquirir esta nueva
condición es por voluntad del Padre (Juan 1:12-13), y Él entregó, producto de
la obra del Señor Jesucristo y el ministerio del Espíritu Santo, una nueva vida (gr “zoe”, Vida de Dios), de modo que no solo somos adoptados por hijos (gr. “Huiothesia”, Romanos 8:14-15),
sino engendrados como hijos por una regeneración espiritual (gr. “tékna”, Romanos 8:16-17).
Las obras
particulares del Padre.
«Casi todo cuanto Dios hace requiere la participación de
un modo o de otro, de todos los miembros de la Trinidad de modo que cuando
hablamos de las obras particulares del Padre no estamos excluyendo a las otras
personas, sino simplemente delineando aquellas cosas que parecen ser
prerrogativas exclusivamente del Padre en algún modo especial. » (Ryrie)
1.
El Padre fue el autor
del decreto del plan de Dios (Salmo
2:7-9).
2.
El Padre viene
relacionado con la obra de elección como autor de ella (Efesios1:3-6).
3.
El Padre envió al Hijo
a este mundo (Juan 5:37).
4.
El Padre es quien
disciplina a sus hijos (Hebreos 12:9).
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