sábado, 18 de julio de 2020

MEDITACIÓN

No anduvieron los hijos [de Samuel] por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho.      (1 Samuel 8:3)

           Cuando pensamos en el error que cometió Samuel al establecer a sus hijos como jueces, nos preguntamos hasta qué punto esto demuestra su gran fracaso en la crianza de sus hijos. ¿Habrá imi­tado inconscientemente la debilidad de Eli, cuyo fracaso familiar fue tan severo que acarreó el juicio de Dios? Esto parece poco proba­ble, pues él había recibido la advertencia de parte de Dios mismo, cuando en su niñez Dios le dio un mensaje para Eli con respecto a este mismo asunto, y además fue testigo de la captura del arca y la muerte de los hijos de Eli. Su fidelidad a Dios, la cual se manifestó frente al pueblo, y su constancia en la oración, nos prohíben pensar que fue negligente o indiferente a su responsabilidad en el hogar.

            Por otro lado, también leemos que Abraham iba a mandar “a sus hijos y a su casa después de sí”, y que Josué dijo: “yo y mi casa ser­viremos a Jehová”. ¿No nos muestran estos ejemplos el vínculo que existe entre un padre y su familia? ¿Acaso no leemos en el Nuevo Testamento que un requisito indispensable para ser un conductor del pueblo de Dios es que “gobierne bien su casa”?

            Claramente, Samuel no era completamente inocente. Bien pode­mos pensar que sus frecuentes ausencias en el hogar y el absor­bente interés en los asuntos de toda la nación, lo hicieron ciego a sus responsabilidades en el hogar. Sin embargo, su servicio público no lo eximía para nada de sus obligaciones como padre de familia. “Mi viña, que era mía, no guardé” ha menudo se ha convertido en la triste confesión de quienes han trabajado en las viñas de otros. Esto no es una excusa, sino que nos recuerda que todos corremos el mismo peligro, más si pensamos que alguien como Samuel fracasó en este asunto. ¡Qué Dios tenga misericordia de los jefes de familia, dán­doles gracia, dependencia y perseverancia en la oración, para que sus familias puedan ser ejemplos de la sumisión al orden divino!

Samuel Ridout


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