EL VIEJO HOMBRE
El "viejo
hombre" se encuentra en tres lugares de las epístolas de Pablo, — a saber, Romanos 6:
6; Efesios 4: 22; Colosenses 3: 9. Es un término abstracto que describe
el estado corrupto de la raza caída de Adán, — su carácter moral
depravado. El "viejo hombre" es la encarnación de cada rasgo
feo que caracteriza a la raza humana caída.
El
"viejo hombre" ha sido crucificado con Cristo
Romanos 6: 6 dice:
"Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con
él, para que el cuerpo del pecado sea destruido [anulado], a fin de que no sirvamos
más al pecado". De la lectura de esto aprendemos que Dios ha juzgado
el "viejo hombre" en la cruz de Cristo. (Romanos 8: 3). La escena de
este juicio no es en el alma del creyente; es algo que ha tenido lugar en
la cruz.
Pablo añade: "Para que el
cuerpo del pecado sea anulado". (Romanos 6: 6 – JND). Él usa aquí la
palabra "cuerpo", no para significar nuestros cuerpos físicos
sino para describir enteramente una cosa. De manera similar nosotros podríamos
decir: «el cuerpo del conocimiento científico», o «el cuerpo del conocimiento
médico», etc. El "cuerpo del pecado" ha sido
"anulado" (no "destruido" como en la RV60), porque el
hombre según la carne todavía está muy vivo en el mundo y aún no ha sido destruido.
Pablo no pudo haberse estado refiriendo al cuerpo humano en este versículo
porque la Escritura nunca llama al cuerpo humano (que es una creación de Dios)
una cosa pecaminosa. El cuerpo humano ha sido afectado por el pecado, pero no
es pecaminoso en sí mismo. Si nuestros cuerpos fueran pecaminosos Dios no nos
suplicaría que se los presentemos a Él para uso en Su servicio. (Romanos 12:
1). La versión inglesa KJV traduce Filipenses 3: 21: "nuestro cuerpo
vil", que en el inglés actual transmite la idea de algo repugnante y
pecaminoso. Sin embargo, cuando esa traducción fue hecha (hace más de 400 años)
ello significaba sencillamente "de poco valor". (Santiago 2: 2). Para
evitar este malentendido ha sido traducido mejor como: "el cuerpo de la
humillación nuestra".
El cristiano ha
profesado haberse despojado del "viejo hombre" en su confesión de
Cristo.
No sólo nuestro "viejo
hombre" (el carácter moral depravado del hombre caído) ha sido juzgado
en la cruz, sino que Efesios 4: 22 y Colosenses 3: 9 nos dicen que el creyente
se ha despojado de él (de manera posicional) cuando él fue salvo, y por lo
tanto ya no está asociado con él. Como parte de nuestra confesión cristiana (al
tomar el nombre de Cristo y hacer profesión de ser un cristiano), hemos, mediante
nuestra profesión, confesado habernos despojado de todo lo que tiene que
ver con el estado corrupto del "viejo hombre".
El tema en Efesios
4:17 a 5:21 tiene que ver con el creyente andando de manera digna de Su llamamiento
manifestando un cambio completo de carácter delante del mundo. Esto es debido a
que el pensamiento de Dios es que haya una continuación de la hermosura moral
de Cristo en este mundo durante el tiempo de Su ausencia a través de los
miembros de Su cuerpo. Esta es la fuerza de la expresión, "Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria". (Colosenses 1: 27). Por eso Efesios
4: 22-24 habla del creyente como habiéndose despojado del "viejo hombre"
y habiéndose vestido del nuevo. Leemos, "Pero vosotros no habéis
aprendido de esta manera al Cristo; si le habéis oído y habéis sido enseñados
en Él, conforme a la verdad que está en Jesús; a saber, habiéndoos despojado
del viejo hombre que se corrompe según los deseos engañosos en cuanto a vuestra
anterior manera de vivir; y siendo renovados en el espíritu de vuestra mente,
habiéndoos vestido ya del nuevo hombre que fue creado según Dios en la justicia
y santidad de la verdad". (Efesios 4: 20-24 – JND). Ello es con la
finalidad de restaurar la "semejanza" moral de Dios en los hombres
(creyentes), que se perdió en la caída. (Génesis 1: 26; Efesios 4: 24). Esto ha
sido consumado en la raza de nueva creación de la que Cristo es la Cabeza.
(Gálatas 6: 15; 2ª Corintios 5: 17 –
BJ, JND, donde se lee, "Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva
creación; pasó lo viejo, todo es nuevo"; y Apocalipsis 3: 14).
Colosenses ve las cosas desde el punto de vista de la renovación de la "imagen"
de Dios en el hombre, imagen que ha sido estropeada en la caída. (Colosenses 3:
10). Esto tiene que ver con que el hombre sea una adecuada representación de
Dios en la tierra. Además, esto ha sido consumado en el nuevo orden de
humanidad bajo Cristo.
En Efesios 4: 17-19,
Pablo describe el carácter caído y corrupto del mundo gentil del que habían sido
salvados los efesios. Él les dice que un estilo de vida como ese es ahora
totalmente incongruente con la vocación de ellos en Cristo. Dice: "No
habéis aprendido de esta manera al Cristo". (Efesios 4: 20 – JND). "El
Cristo" es un término usado en las epístolas de Pablo para denotar la
unión espiritual de los miembros del cuerpo de Cristo con Aquel que es la
Cabeza en el cielo, "Porque de la manera que el cuerpo es uno mismo, más
tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un
mismo cuerpo, así también es el Cristo. Pues en el poder de un mismo Espíritu
todos nosotros hemos sido bautizados en un solo cuerpo, judíos o griegos,
siervos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu".
(1ª Corintios 12: 12, 13 - JND). El argumento del apóstol es aquí que primero
debemos conocer nuestra vocación en "el Cristo", lo cual desarrollan
los tres primeros capítulos de la epístola. Es sólo entonces que podremos ser
debidamente "enseñados en él, según es la verdad en Jesús".
(Efesios 4; 21 –
VM). "Jesús" es el nombre humano del Señor. Cuando este nombre
es usado solo, sin Sus títulos usuales de Señor y de Cristo, se refiere a Él
cuando anduvo como Hombre en este mundo. Por tanto, es importante mencionar el orden
en los versículos 20 y 21 de Efesios capítulo 4; en primer lugar, nosotros
debemos conocer nuestro lugar en "el Cristo" antes de que
podamos andar como "Jesús" anduvo en este mundo. Muchos
cristianos sinceros no conocen su vocación en "el Cristo", y
están tratando de vivir como "Jesús" lo hizo en lugares y
posiciones en este mundo que son totalmente incongruentes con la vocación de
ellos. Como resultado, el Espíritu de Dios no se identifica con ello de ninguna
manera apreciable. Un cristiano tratando de comportarse como Jesús mientras
ocupa un cargo en el gobierno es un ejemplo de ello.
Despojarse
del "viejo hombre" no es un ejercicio cristiano cotidiano.
En Efesios 4: 25-32
tenemos exhortaciones basadas en lo que es verdad en nuestra profesión cristiana
con respecto al "viejo hombre" y al "nuevo hombre".
Desafortunadamente, la versión Reina-Valera 1960 de la Biblia traduce los
versículos 22-24 como si fueran una exhortación al cristiano, — casi
como si fuera algo que nosotros debemos hacer en nuestras vidas. Sin embargo,
despojarse del viejo hombre no es un ejercicio cristiano; es algo que ha
sido hecho cuando nosotros asumimos nuestra posición con Cristo. El
versículo 22 debería decir, "Habiéndoos despojado del viejo hombre que
se corrompe según los deseos engañosos en cuanto a vuestra anterior manera de
vivir…". (Efesios 4: 22 –
JND). "Y el versículo 24 debe decir: "Habiéndoos vestido ya del
nuevo hombre…". (Efesios 4: 24 – JND). Este despojarse
y vestirse no se logra en la vida del creyente a través de un proceso de
autodisciplina o educación; pues es algo que nosotros hemos hecho al
identificarnos con la confesión cristiana en este mundo.
El
"viejo hombre" no es sinónimo de "la carne".
El "viejo
hombre" es un término que es usado a menudo como sinónimo de "la
carne" (nuestra naturaleza pecaminosa caída) por la mayoría de los
cristianos, pero esto es incorrecto. J. N. Darby comentó: «El viejo hombre es
incorrectamente usado como referencia a la carne de manera habitual.» Cuando
nosotros examinemos más cuidadosamente la Escritura será abundantemente claro que
el "viejo hombre" y "la carne" no son lo
mismo, y por lo tanto no pueden ser usados de manera intercambiable. Si el
"viejo hombre" fuera la carne, entonces este pasaje (Efesios
4: 22, 23) nos está diciendo que nos hemos despojado de la carne, lo cual
claramente no es verdad. Nunca se dice que el "viejo hombre"
está en nosotros, pero la carne ciertamente lo está. F. G. Patterson
dijo: «Yo tampoco encuentro que la Escritura nos permita decir que tenemos el
viejo hombre en nosotros, —
mientras
que ella enseña muy plenamente que tenemos la carne en nosotros.» Tampoco es
correcto hablar del "viejo hombre" como teniendo apetitos,
deseos y emociones, como lo hace "la carne". A menudo los
cristianos dicen cosas como: «El viejo hombre en nosotros desea esas cosas que
son pecaminosas.» O, «Nuestro viejo hombre quiere hacer tal o cual cosa mala…» Tales afirmaciones
confunden el viejo hombre con la carne. H. C. B. G. dijo, «Yo sé lo que quiere
decir un cristiano que se impacienta y dice que se trata del "viejo
hombre", sin embargo, la expresión es incorrecta. Si dijera que se trató
de "la carne", hubiese sido más correcto.»
El
"viejo hombre" no es algo que ha muerto en el creyente.
Algunos hablan del
"viejo hombre" como si estuviera muerto. Pero, además, este
malentendido sugiere que era algo que vivía en el creyente, pero que ha muerto.
Ello es más bien una descripción del carácter de nuestro antiguo estado,
no de una entidad viva que ha muerto en nosotros.
Por lo tanto, el "viejo hombre"
no es algo vivo en una persona con apetitos, deseos y emociones pecaminosos,
sino un término abstracto que describe el estado corrupto de la raza caída del
hombre, el cual Dios ha juzgado en la cruz y del cual el creyente se ha
despojado al identificarse con la confesión cristiana.
No se nos dice que consideremos muerto
al "viejo hombre".
Puesto que el "viejo
hombre" se refiere al estado corrupto de la raza humana, y que ha sido
juzgado en la cruz y del cual el creyente se ha despojado, no hay exhortación
alguna en la Escritura para que los cristianos consideren muerto al "viejo
hombre" (como las personas dicen a menudo). Por otra parte, esto
supone que ello es algo que vive en nosotros (es decir, la carne), y que necesitamos
considerarlo como no siendo así.
Esto no significa que
no necesitamos estar ejercitados en no permitir que la naturaleza caída actúe.
La Escritura dice que nosotros debemos considerarnos "muertos al pecado".
(Romanos 6: 11). Como fue mencionado anteriormente, toda verdad doctrinal debe
tener una relación práctica con nuestras vidas. La fuerza de los versículos que
siguen en Efesios 4 muestra que el creyente ya no debe manifestar las
características del "viejo hombre" en su vida, sino manifestar más
bien las del "nuevo". Este es el argumento de la exhortación en
Efesios 4.
El
"viejo hombre" no es Adán personalmente.
Nosotros añadiríamos
también que el "viejo hombre" no es Adán personalmente sino lo
que es característico de su raza caída y corrupta. Para ver el "viejo
hombre" más claramente debemos considerar la raza caída bajo Adán como
un todo, porque es improbable que una persona esté marcada por todas las
desagradables características que caracterizan aquel estado corrupto. Por ejemplo,
una persona en la raza caída puede caracterizarse por ser iracunda y engañosa,
pero puede ser que ella no sea inmoral. Otra persona puede no ser conocida por
impacientarse ni por ser engañosa, pero ella es terriblemente inmoral. Sin
embargo, tomando a la raza como un todo, vemos todas las desagradables
características que componen el "viejo hombre".
El
"viejo hombre" no es nuestra antigua posición delante de Dios
Tampoco debemos ver el
"viejo hombre" como nuestra antigua posición Adánica delante
de Dios antes de ser salvos. A nuestra antigua posición se la denomina en el
término, "En Adán" (1ª Corintios 15: 22), y nuestra nueva
posición ahora que somos salvos, es "En Cristo". (Romanos 8:
1). "En Cristo" significa estar en el lugar de Cristo ante
Dios. Cristo ha sido aceptado por nosotros y la medida de Su aceptación es la
nuestra. ¡Nosotros somos tan aceptos como Él! Las Escrituras confirman esto
diciendo, "Como él es, así somos nosotros en este mundo". (1ª.
Juan 4: 17).
En las epístolas de
Pablo nuestra antigua condición es designada mediante el término, "En
la carne". Leemos, "Porque cuando estábamos en la carne…" (Romanos 7: 5)
y, "Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Vosotros empero no
estáis en la carne…"
(Romanos 8: 8, 9 –
VM), y nuestra nueva condición es designada mediante el término "En el
Espíritu" (Romanos 8: 9; Gálatas 5: 16, 25). Sin embargo, aunque ya no
estamos "en la carne", la carne todavía está en nosotros y operará
si no andamos en el Espíritu. Y cuando ella opere manifestará las desagradables
características del "viejo hombre". (continuará)
B. ANSTEY