sábado, 1 de noviembre de 2014

La unidad Espiritual

LOS NOMBRES HUMANOS causan divi­siones; en cambio, los nombres bíbli­cos establecen unión. En Corintio fue­ron halladas las semillas de sectarismo, las que han producido las dife­rentes sectas que vemos hoy día. Pablo habló de hombres que arrastraban dis­cípulos tras sí" (Hch. 20:30). Juan, el Bautista, no fue así. El testificó del Cordero de Dios, y leemos: "Le oye­ron hablar los dos discípulos, y si­guieron a Jesús" (Juan 1:36, 37). Juan también declaró: "Es necesario que El crezca, pero que yo mengue" (Juan 3: 30). ¡Juan tan noble y valiente!
Nuestro deber no es procurar unir o sanar las muchas divisiones, sino de ser "solícitos en guardarla unidad del Espíritu" (Efesios 4:3). Es nuestro deber, como también nuestro privile­gio, estar firmes por las verdades que se enseñaron en los días de los apósto­les, y no reconocer ningún nombre ni cuerpo sino el del Señor, ni ningún credo sino la Palabra de Dios, recono­ciendo la unidad espiritual que todos los verdaderos tienen en el "un cuer­po". Debemos estar listos a recibir cualquier cristiano a la comunión, siempre que la Palabra de Dios no los prive de los privilegios. Esta posi­ción no es sectaria, y es la única que podemos tomar en vista de la confusión religiosa que nos rodea. El Principio Divino es: "Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos" (Jeremías 15:19).
Cinco nombres hay en las Escrituras que describen al pueblo de Dios, y son nombres que unen a los cristianos: cristianos, Creyentes, Hermanos, Santos y Discípulos.
Qué gozo sentimos, cuando al en­contrarnos con una persona, nos dice: "¡Yo soy un Cristiano!” Usted contes­ta, "¡Yo también soy!" Cuán dulce es la comunión al conversar con él. El nombre, cristiano, los tiene uni­dos: no hay una sombra de división; son uno en Cristo. Pero si esta per­sona al fin le dice, "Yo soy un anglicano," o menciona algún otro nom­bre, inmediatamente usted nota que un nombre humano ha venido entre us­tedes, y su comunión ahora está limi­tada, si no completamente impedida. Tome los otros cuatro nombres en la misma manera y tendrá los mismos resultados.
Los nombres humanos denotan cla­ramente que hay más cuerpos que el que es formado por Dios y que los credos gobiernan en lugar de la Pala­bra de Dios solamente. Así los hom­bres empañan la unidad que el Señor ha hecho. Qué seamos de los que guar­dan Su Palabra, y no niegan Su nom­bre, siempre reteniendo lo que tene­mos hasta que venga el Señor.
Sendas de  Luz, 1969

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