LOS
NOMBRES HUMANOS causan divisiones; en cambio, los nombres bíblicos establecen
unión. En Corintio fueron halladas las semillas de sectarismo, las que han
producido las diferentes sectas que vemos hoy día. Pablo habló de hombres que
arrastraban discípulos tras sí" (Hch. 20:30). Juan, el Bautista, no fue
así. El testificó del Cordero de Dios, y leemos: "Le oyeron hablar los
dos discípulos, y siguieron a Jesús" (Juan 1:36, 37). Juan también
declaró: "Es necesario que El crezca, pero que yo mengue" (Juan 3:
30). ¡Juan tan noble y valiente!
Nuestro
deber no es procurar unir o sanar las muchas divisiones, sino de ser
"solícitos en guardarla unidad del Espíritu" (Efesios 4:3). Es
nuestro deber, como también nuestro privilegio, estar firmes por las verdades
que se enseñaron en los días de los apóstoles, y no reconocer ningún nombre ni
cuerpo sino el del Señor, ni ningún credo sino la Palabra de Dios, reconociendo
la unidad espiritual que todos los verdaderos tienen en el "un cuerpo".
Debemos estar listos a recibir cualquier cristiano a la comunión, siempre que
la Palabra de Dios no los prive de los privilegios. Esta posición no es
sectaria, y es la única que podemos tomar en vista de la confusión religiosa
que nos rodea. El Principio Divino es: "Conviértanse ellos a ti, y tú no
te conviertas a ellos" (Jeremías 15:19).
Cinco
nombres hay en las Escrituras que describen al pueblo de Dios, y son nombres
que unen a los cristianos: cristianos, Creyentes, Hermanos, Santos y
Discípulos.
Qué
gozo sentimos, cuando al encontrarnos con una persona, nos dice: "¡Yo soy
un Cristiano!” Usted contesta, "¡Yo también soy!" Cuán dulce es la
comunión al conversar con él. El nombre, cristiano, los tiene unidos: no hay
una sombra de división; son uno en Cristo. Pero si esta persona al fin le dice,
"Yo soy un anglicano," o menciona algún otro nombre, inmediatamente
usted nota que un nombre humano ha venido entre ustedes, y su comunión ahora
está limitada, si no completamente impedida. Tome los otros cuatro nombres en
la misma manera y tendrá los mismos resultados.
Los
nombres humanos denotan claramente que hay más cuerpos que el que es formado
por Dios y que los credos gobiernan en lugar de la Palabra de Dios solamente.
Así los hombres empañan la unidad que el Señor ha hecho. Qué seamos de los que
guardan Su Palabra, y no niegan Su nombre, siempre reteniendo lo que tenemos
hasta que venga el Señor.
Sendas de Luz,
1969
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